De manera increíble, el discurso en torno a la prohibición de los corridos tumbados ha puesto de manifiesto una profunda falta de entendimiento sobre la cultura que rodea a este género musical. Mientras se dan discursos y se debate sobre si es responsabilidad de la presidencia o de los gobiernos estatales y municipales, queda claro que la libertad de expresión no debe ser negada a nadie. Sin embargo, el verdadero problema radica en la narrativa que se está promoviendo.

Hoy en día, se hace cada vez más evidente cómo el vocabulario y el contenido de las letras han cambiado drásticamente. En lugar de corridos que celebran la vida, la amistad y el respeto, muchos artistas optan por letras que glorifican la violencia y la criminalidad. Es un fenómeno alarmante que, en lugar de ser abordado con medidas punitivas, debería ser confrontado con un enfoque en la educación y la cultura.

La presidenta Claudia Sheinbaum parece olvidar un punto crucial: si realmente quiere acabar con los narcocorridos, debe comenzar por abordar la raíz del problema: la violencia. No se trata solo de prohibir canciones; se trata de crear un entorno en el que no haya necesidad de que surjan tales narrativas. “Usted puede parar la violencia, presidenta. Está en sus manos”, es un mensaje que resuena con fuerza en un momento donde la seguridad es una preocupación constante.

La música es un reflejo de la sociedad, y si se quiere cambiar la narrativa de los corridos, es fundamental combatir la delincuencia de manera efectiva. No basta con pedirle a los artistas que cambien sus letras; se necesita un compromiso real para transformar las condiciones que alimentan la violencia y el crimen.

La realidad es que los corridos, en su esencia, pueden ser espacios de expresión cultural que narran historias de vida, de lucha y de esperanza. Sin embargo, cuando se convierten en un vehículo para glorificar a criminales, es responsabilidad del gobierno y de la sociedad en su conjunto cambiar esa narrativa.

Así que, en lugar de restricciones, se necesita acción. La juventud merece héroes que no estén relacionados con la delincuencia, y es fundamental que los líderes se enfoquen en crear un ambiente donde la música sea un reflejo de los valores que queremos promover. La verdadera lucha no es contra los corridos, sino contra la violencia que los alimenta. Es hora de que la presidenta y su administración hagan su trabajo y, a través de políticas efectivas, transformen la realidad que hoy vivimos.

Bueno, todo esto según yo

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