El Congreso Federal ha dado un espectáculo digno de una tragicomedia, donde la hipocresía política alcanza niveles insostenibles. Cuauhtémoc Blanco, exgobernador de Morelos y actual diputado, ha encontrado refugio en el cálido abrazo de sus aliados en Morena, el PRI y el Verde, mientras enfrenta acusaciones de intento de violación. ¡Qué ironía! La decisión de blindarlo con 291 votos a favor es una verdadera ovación a la impunidad y un slap en la cara de todos aquellos que realmente luchan por los derechos de las mujeres en este país.
Morena, ese partido que se autoproclama campeón de la Cuarta Transformación y defensor de los derechos de las mujeres, se encuentra en el centro de esta contradicción digna de un guion de telenovela. Las diputadas que alzan pañuelos lilas y moños naranjas, esos símbolos de una lucha feminista que a veces parece más un disfraz de carnaval, se convierten en cómplices de un sistema que protege a un agresor. En lugar de respaldar a las víctimas, el partido ha decidido mantener el fuero de Blanco, demostrando que su retórica sobre la igualdad y la justicia es solo eso: un discurso vacío que haría sonrojar hasta al más astuto de los políticos.
El cinismo de Morena es tan palpable que se puede cortar con cuchillo. Mientras sus representantes gritan “¡No estás solo!” en apoyo a Blanco, ignoran las voces de las mujeres que han sido acalladas en su lucha por justicia. Este respaldo a un hombre acusado de un crimen tan grave como el intento de violación es el colmo de la ironía. No se trata de hacer pedazos a Cuauhtémoc Blanco; ¡no, no, no! Se está exigiendo que sea juzgado como un ciudadano común y corriente. Es un clamor por un suelo parejo donde las mujeres se sientan protegidas y puedan confiar en que sus representantes realmente defenderán sus derechos. Pero claro, eso es pedir demasiado en un circo donde los leones son los que dictan las reglas.
Y hablemos del PRI, ese partido que ha sido sinónimo de corrupción y complicidad, ahora se presenta como el príncipe azul en esta farsa. Alejandro Moreno, su líder, también con su propio rabo de paja, ha decidido votar a favor del blindaje de Blanco. Esta unión entre Morena y el PRI no es casualidad; es el resultado de un juego político en el que los intereses de unos pocos prevalecen sobre la justicia. El PRI, que ha hecho de la defensa de sus propios intereses su mantra, opta por proteger a Blanco para cubrir sus propias debilidades. ¿Quién necesita dignidad cuando puedes tener un poco de poder, verdad?
La situación es aún más alarmante cuando consideramos el impacto que esto tiene en las víctimas. Las mujeres que han alzado su voz, que han sufrido en silencio, ven cómo sus luchas son ignoradas por un sistema que se dice progresista. La defensa de Blanco, bajo el pretexto de errores técnicos en la investigación, es un claro ejemplo de cómo la política se utiliza para proteger a los poderosos en lugar de servir a quienes realmente necesitan justicia. ¡Bravo!
Las diputadas de Morena, que se han manifestado a favor de la defensa de Blanco, han traicionado no solo a sus principios, sino a todas las mujeres que confiaron en ellas para que fueran sus representantes. La contradicción de estar en el mismo partido que protege a un señalado de violencia es tan ridícula que debería ser digna de una obra de teatro. Las voces críticas dentro de la bancada, que piden una revisión justa del caso, son ahogadas por el ruido de la complicidad.
Es momento de que los ciudadanos abran los ojos y vean el verdadero rostro de la política mexicana, una donde la lucha por los derechos de las mujeres es utilizada como una herramienta de manipulación. La unión entre Morena y el PRI en la defensa de Cuauhtémoc Blanco es un símbolo de la corrupción y la falta de ética que permean nuestras instituciones. Esta es una llamada a la acción: no se puede permitir que la impunidad y la complicidad sigan reinando en nuestro país. La justicia debe prevalecer, y aquellos que se esconden tras pañuelos lilas y moños naranjas deben rendir cuentas por sus acciones. La dignidad de las mujeres y la lucha por sus derechos no pueden quedar sepultadas bajo la sombra de la impunidad. ¡Qué espectáculo!