No cabe duda; El triple asesinato de los dos niños y su padre, ocurridos el domingo 19 de enero, se convirtió en la chispa que ayer detonó la explosión de la rebelión social.
Hoy, al reclamo por la seguridad de los habitantes de Culiacán, ya se le impusieron dos nombres.
Gael y Alexander de 9 y 12 años de edad, han legado su nombre a la lucha social de los sinaloenses por lograr la paz anhelada.
Sus nombres han sido convertidos en la bandera de lucha por la población “Culichi” en su reclamo por restablecer nuestra seguridad pública.
La mañana de ayer, un numeroso grupo de ciudadanos atendieron la convocatoria para salir a las calles a manifestar su dolor y rabia por el triple asesinato (También murió el padre de los niños).
El objetivo de la marcha, era exigir, fin a la inseguridad, y desde luego justicia y castigo para los culpables del doloroso crimen.
Y es que, el pueblo no quiere ya más víctimas inocentes por la imparable guerra inter-Narca que todas y todos estamos padeciendo.
Pero, interesante es resaltar, que la marcha por la paz, convocada y celebrada este día, pretendía ser, según los convocantes, de fuerte y firme exigencia, pero pacífica y dentro de la civilidad y el respeto.
Sin embargo, las pasiones se desbordaron y la manifestación se salió de control.
Y es que, una vez que los inconformes estuvieron frente a las instalaciones del Palacio de gobierno, nadie quiso recordar que la marcha era pacífica.
El grupo, al parecer encolerizado, optó por derrumbar la puerta de acceso a los patios centrales, lesionando con los cristales rotos a algunos de los participantes.
Los gritos de rechazo en contra del gobernador de Sinaloa Rubén Rocha Moya resonaron con fuerza en las instalaciones de la sede del gobierno.
Exigieron entonces una entrevista con el ejecutivo estatal para dialogar sobre el tema.
El problema fue que la máxima autoridad estatal no estaba en el lugar, por lo que los manifestantes rechazaron airadamente dialogar con cualquier otro funcionario de gobierno.
Es entonces que surgió la idea de irrumpir en las oficinas del propio gobernador, para efectos quizá, de comprobar que en efecto no se encontraba en el lugar.
Solo bastó que algunos de las cabezas del movimiento lo insinuaran para que una turba enardecida se lanzara en contra de las puertas de acceso a las oficinas del mandatario estatal.
Los destrozos causados a las instalaciones durante el ataque, han sido expuestos por videos y fotografías que han circulado velozmente en las redes sociales y los medios formales de comunicación.
Así expuestos los hechos, y tras conocer el desenlace de la manifestación, es entendible que las interpretaciones de los actos registrados han sido diversas.
“El crimen de los niños, fue la válvula de escape para las emociones que desde hace meses estaba siendo contenida en el ánimo de los habitantes de Culiacán”, me comento ayer una persona.
Otras opiniones consideran que la marcha convocada era justa, urgente y necesaria, pero, que debió haber sido celebrada dentro de un marco de civilidad social y respeto a las instituciones.
Pero hay un tercer grupo de ciudadanos que, aunque aceptan sumarse a la inconformidad por el clima de inseguridad que nos afecta, consideran que el problema de la violencia podría estar siendo politizado y capitalizado por los enemigos del gobernador Rubén Rocha Moya para desestabilizarlo y golpear la imagen de su gobierno.
Se trata, como antes dije, de diversas expresiones sociales que se dejan sentir en uno y otro sentido sobre lo ocurrido en la marcha de este día jueves 23 de enero.
Sin embargo, en algún punto de la controversia ciudadana, se deja observar una interesante coincidencia.
El punto de coincidencia, es lógico y entendible… Todos, absolutamente todos los sinaloenses de bien, exigimos y anhelamos el regreso de la seguridad y la paz social a nuestro Estado y nuestra capital sinaloense.
Estoy convencido, que la gran mayoría de los que ayer salieron a las calles a protestar, lo hicieron bajo la convicción de que era necesario salir a reclamar al gobierno que pare ya la ola de violencia que nos azota.
Pero me declaro igualmente convencido, que el grueso de los manifestantes, atendieron la convocatoria motivados por el gran dolor, la tristeza e indignación que causó en la sociedad, el crimen de los dos menores y su padre.
Y participaron también las y los ciudadanos en la multicitada marcha por la paz y la justicia, porque la convocatoria era muy específica en el sentido de que sería para clamar justicia por el sensible asesinato de los niños, pero dentro de un marco pacifico, tranquilo y de respeto.
Es decir, que la marcha no podría salir a invocar la paz, social, la armonía y la justicia, con acciones vandálicas, agresivas, violentas, y ofensivas.
La misma señora, madre de los dos hijos fallecidos y viuda del padre de los mismos, prácticamente reprobó el ataque a las instalaciones de Palacio de gobierno.
En su inmenso dolor, la señora pidió a los manifestantes que las protestas que lleven a cabo sean en pacíficas.
“Ya no queremos más violencia, pues mis hijos ya derramaron mucha sangre”, dijo la afligida mujer ante reporteras de Línea Directa.
Contundentes, las palabras de la señora, quien no obstante ser una víctima directa de las muertes que nos está dejando la violencia en Culiacán, se expresó con cordura, sensatez, humildad y congruencia.
Así de claro el mensaje para quienes le apuestan a combatir la violencia con violencia.
Hay muchas maneras de protestar y exigir atención a nuestros gobiernos, pero estoy convencido que la de esta mañana, pudiera no es la mejor forma…Nos veremos enseguidita.