Es desconcertante observar la postura de la oposición en el Congreso del Estado de Sinaloa en medio de la reciente aprobación del crédito por 2,300 millones de pesos. Tras el consenso entre partidos como Morena, PRI, PAN, MC y PAS, parece que la exigencia de investigaciones sobre la administración anterior se ha vuelto un mero acto de teatro político. Todos saben que, al final, los que pagarán esta deuda son los sinaloenses, y su silencio al respecto los delata.

Se han convertido en cómplices de un sistema que, en lugar de actuar con responsabilidad, se escuda en discursos vacíos sobre la reactivación económica. La pregunta que todos nos hacemos es: ¿cómo se menciona la reactivación cuando las obras propuestas no generan productos ni se traduce en beneficios tangibles para la población? Las promesas de empleo suenan bien, pero la realidad es que esos puestos de trabajo beneficiarán principalmente a obreros foráneos.

Aún más alarmante es la manera en que todos los partidos, incluidos aquellos que antes clamaban por justicia y cárcel para el exgobernador Quirino Ordaz, ahora aplauden un préstamo que, según ellos, será la solución mágica para revivir la economía estatal. ¿Acaso han olvidado los motivos por los cuales exigían rendición de cuentas? El clima de violencia y la creciente inseguridad siguen siendo temas tabú, mientras ellos celebran una reactivación que no se ve por ningún lado.

Es irónico que, mientras el gobierno se vanagloria de haber reducido en un 35% los hechos violentos, la realidad en las calles es otra. Muchos negocios han tenido que cerrar o despedir personal debido a la inseguridad. ¿Cómo se atreve la oposición a hablar de reactivación económica en un entorno donde la seguridad es una broma? La falta de un enfoque serio sobre este problema solo demuestra un profundo desconcierto y falta de compromiso con la ciudadanía.

La aprobación unánime de esta iniciativa por parte de todos los actores políticos del Congreso no es más que un reflejo de la apatía y la falta de visión a largo plazo. En lugar de exigir acciones concretas y soluciones a los problemas estructurales que enfrenta Sinaloa, prefieren seguir el juego de la administración actual, mientras los ciudadanos sufren las consecuencias de una deuda que, tarde o temprano, deberán pagar.

Es fundamental que los sinaloenses exijan claridad y responsabilidad a sus representantes. No basta con promesas vacías y discursos que solo buscan justificar decisiones cuestionables. La oposición debe recordar que su verdadero papel es ser un contrapeso y no un mero espectador del deterioro de la calidad de vida en el estado. Si no lo hacen, su complicidad será evidente, y la población no olvidará a quienes, con su silencio y aprobación, han decidido darle la espalda a la rendición de cuentas y a la justicia que tanto necesita Sinaloa.

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