El alcalde de Culiacán, Juan de Dios Gámez Mendivil, se ha convertido en un símbolo del cinismo político, donde sus promesas de no mentir, no robar y no traicionar han quedado en el olvido. En un contexto de creciente inseguridad y descontento social, sus recientes acciones han dejado a la ciudadanía con un profundo sentimiento de traición y desconfianza.
Promesas Vacías: La Mentira del Alcalde
Gámez Mendivil prometió ser un alcalde cercano y atento, un líder que priorizaría la transparencia y la honestidad. Sin embargo, la realidad ha demostrado que sus palabras son solo eso: palabras vacías. Los ciudadanos de Culiacán han sido testigos de una administración que se aleja cada vez más de sus compromisos. Se ha convertido en un maestro del discurso hueco, donde cada promesa es un eco que se pierde en el aire, dejando un rastro de frustración. En su mundo de ilusiones, proclama que “Culiacán está en el camino del bienestar”, pero la pregunta es: ¿bienestar para quién?
Resultados Nulos en Seguridad
Hoy, el alcalde fue fotografiado con Omar García Harfuch en una reunión de la Mesa para la Construcción de Paz. Sin embargo, los resultados de esta estrategia de seguridad han sido nulos. En lugar de actuar como un verdadero líder, Gámez Mendivil parece esconderse en la figura del gobernador, quien, a su vez, ha llevado a Culiacán a la crisis más grande de inseguridad que se recuerde. Ha fallado estrepitosamente a todos: empresarios, empleados, emprendedores, amas de casa, jóvenes y niños. En su mundo de ilusiones, se atreve a afirmar que “Culiacán está mejorando”, mientras la inseguridad se apodera de las calles.
Crisis en Servicios Públicos
A esta crisis de seguridad se suma un descalabro en los servicios públicos. Culiacán enfrenta una situación alarmante: baches por todas partes, semáforos que no funcionan y una escasez de agua que ha dejado a muchos hogares en la penumbra. La falta de recolección de basura es solo la cereza en el pastel de un gobierno que parece haber olvidado su deber hacia la ciudadanía. El alcalde, en un acto de cinismo sin igual, se atreve a afirmar que “los servicios están mejorando”, cuando la realidad es que la ciudad se hunde en el caos.
Nepotismo y Desdén hacia la Ciudadanía
El cinismo de Gámez Mendivil se extiende a su gestión dentro del Ayuntamiento. En un acto de nepotismo descarado, ha colocado a sus amigos, parientes y compadres en puestos clave, como si Culiacán fuera su feudo personal. Cuando se le cuestiona sobre sus decisiones, responde cínicamente que “Culiacán es la capital del bienestar”, lo que deja claro que su concepto de bienestar se limita a él y su círculo cercano. Esta arrogancia es un insulto para una población que ya está cansada de sus mentiras y evasivas. En su mundo, el nepotismo es simplemente “una forma de fortalecer el equipo”.
Conclusión:
El cinismo de Juan de Dios Gámez Mendivil se ha vuelto intolerable para una ciudadanía que anhela un liderazgo auténtico y comprometido. La seguridad y el bienestar de Culiacán no deben ser un mero eslogan, sino un compromiso real que hasta el momento ha estado ausente en su administración. La pregunta que queda en el aire es: ¿cuánto tiempo más permitirá la población que este alcalde siga traicionando su confianza? Con cada acción cínica y cada promesa incumplida, Gámez Mendivil parece estar jugando con la paciencia de una comunidad que, cada vez más, exige respuestas y soluciones concretas. La respuesta a esta interrogante será clave para el futuro político de Culiacán, donde su desaparición temporal lo hace parecer más un particular del gobernador que el alcalde de la capital. Mientras él se toma selfies en eventos, Culiacán sigue sumido en la crisis.