BUENOS CANDIDATOS, NO JUAN DE DIOS

El proceso electoral que ya inició en lo federal, y que pronto arrancará en lo local, tiene como reto principal la postulación de candidatos que aporten en lo individual y ayuden en lo colectivo, siendo ancla para las posiciones menores y soporte para las superiores. En ninguno de los casos encaja Juan de Dios Gámez Mendívil.

Para el Frente por México, el desafío principal es aceptar las propuestas ciudadanas, las organizaciones de la sociedad civil y sus peticiones, por encima de los intereses partidistas, so pena de sufrir otra derrota, que puede llevarlos a la extinción. Cuando menos a perder las prerrogativas estatales, que son de muchísima ayuda, pregúntenle a Oner si no es así.

El discurso de los frentistas debe reformarse para ya no hablar de si le toca a un partido o al otro tal o cual posición. Esa narrativa impide verlos como un trío, hasta ahora, de institutos políticos arropados por los ciudadanos.

Cada vez que dejan fuera a la sociedad organizada, que apoya a Xóchitl en su carrera presidencial, disminuyen sus posibilidades de triunfo y traen a la mente el pasado reciente de desencanto y desprecio que generaron hacia sus siglas los recién llegados a MORENA, en el caso de Sinaloa.

Por el otro lado, los morenistas necesitan presentar buenas cartas, que se identifiquen con el movimiento, no solo por los votantes, sino por los militantes y simpatizantes que saben bien quiénes son, quiénes van llegando y quiénes llegaron abusando.

El partido en el poder tendrá que seleccionar a quienes no han ocupado posiciones de elección popular, pero son reconocidos entre ellos.

Tendrá que designar a quienes ya han ocupado u ocupan puestos de elección y que han hecho o están haciendo un buen papel.

Y tendrán que tener la madurez para descartar a quienes son cartas marcadas, quemadas por ineptitud, desaseo, negligencia o delitos por perseguir.

Quien debería de estar consciente de que al terminar la presidencia se le acabará el corrido es Juan de Dios Gámez Mendívil. Si se toma en cuenta lo arriba mencionado. Si no se impone el ahijadismo. Si se escucha a los morenistas y estos no se agachan y se van de lado, como cantara Pedro Infante.

La única gracia de Gámez Mendívil es tener padrino, que tiene peso y muchos, muchísimos, quisiéramos tener un padrino de ese nivel, pero hay que dar el ancho, no solo recibir el regalo.

El presidente municipal pluri de Culiacán no ha demostrado ni el nivel, ni la estatura, ni el temple, ni las obras, ni el equipo, ni nada.

Como decían algunos diputados de la actual legislatura: “me arrepiento de haber votado por él”. Pero no había más, en la propuesta solo estaban Juan, de Dios, Gámez o Mendívil, y había que escogen solo a 1 de esos 4.

Acaba de entregar su informe de gobierno y solo encontramos fantasmas de lo que debería de ser.

Culiacán parecía mejorar en sus calles, pero llegó la lluvia y se llevó el maquillaje asfáltico.

La movilidad es un grave problema y no se ve alguna propuesta de solución. Eso sí, a cada rato cierran calles para hacer cuanta tontería se le ocurra. Se les olvida que cuentan con espacios del municipio, con mayor capacidad y en los que no causarían el caos que hemos visto.

Culiacán sigue siendo el municipio inseguro que siempre hemos conocido. No hay ninguna ventaja entre el Alcalde constitucional que removieron y el pluri que impusieron de manera ilegal.

La dirigencia de Morena tiene en sus manos la posibilidad de fortalecerse al presentar propuestas que sean referentes de su movimiento, o seguirse desprestigiando con malos actores que tienen que pedir permiso para cada acción y ni así les alcanza, como el alcalde pluri de Culiacán. Eso creo yo.