Del rancho donde nací y viví los hermosos e inolvidables años de aquella, mi tierna e irrepetible infancia, preservo y cuido con celos entendibles, grandes y diversos recuerdos.
Difícil me resulta olvidar aquellos divertidos festejos en honor de San Rafael Arcángel, el Santo Patrono del apacible pueblito de Capomos, enclavado en el municipio de Angostura Sinaloa.
La fecha esperada con ansias desmedidas por los moradores del hoy orgulloso y floreciente pueblo de Capomos, era desde luego el 24 de octubre de cada año.
Ese día, con enorme entusiasmo habrían sido instituidas por quien fuera mi abuela paterna, Doña Cornelia Félix León, las todavía tradicionales fiestas de San Rafael.
Carreras de caballos (tacuachadas les decía la gente de aquellos días), careadas de Volibol, palo encebado, competencias del famoso Cuatrito, y el infaltable baile popular.
Todos los eventos, por la calle principal de Capomos, precisamente frente a la casa de mi siempre recordada abuela.
Necesario es aclarar que en las “tacuachadas” participaban mayormente caballos de monta y uso común de los ganaderos de nuestro poblado, y de otros ranchos circunvecinos, como La Isleta, San Isidro, El Salitre, La Víbora, La Loma, Los Capomones, Alhueycito y Alhuey, así como algunos fiesteros que se aventuraban a venirse desde otras rancherías cercanas de Angostura, en busca de diversión, y si se podía, con la ilusión “pescar” a la que podría ser su futura esposa.
Los dueños de los equinos se lanzaban retos para la competencia ecuestre, y se acordaban las apuestas con algunos días de anticipación, para efectos de poder bañar, arreglar las herraduras, y por supuesto, quitarles las ramas secas y guachaporis que los nobles animales cargaban pegados en sus colas y crines.
LAS ENRRAMADAS, Y LOS JINETES “LURIOS”.
Difícil olvidar por supuesto, la gran enramada que por órdenes de “Mi Nana Corne” se empezaba a construir a base de horcones trozados del monte y ramas de las verdes alamedas que se alzaban majestuosos por la orilla del Rio Évora.
Era emocionante para quien esto relata, respirar el aroma que despedían las frescas hojas de los álamos, y disfrutar de la agradable sombra de la gran enramada que se construía, y más aún, disfrutar el colorido festivo de las banderillas de papel de china que servían para acordonar lo que sería la pista del gran baile, el colofón de los festejos.
Las infaltables vendedoras de menudo, barbacoa y pozole instalaban sus mesas, alrededor de la pista de baile y buscaban ubicarse lo más alejado posible de las barras que las cervecerías instalaban para la venta de cerveza.
Y es que, ya en horas de la noche, sobraban los jinetes que ya borrachos hacían revolotear sus cabalgaduras, levantando el polvo del frágil suelo.
Era común observar las faenas de enamoramiento que los vaqueros galanes ponían en práctica a lomo de sus bestias, para ser vistos y admirados por la dama que les habría gustado para hacerla objeto del cortejo sentimental durante la celebración del baile.
LA INFALTABLE MUSICA DEL EMBLEMATICO “CONANO”.
Y llegada la fecha esperada por grandes y chicos, me sería igualmente difícil dejar fuera de mi relato la emblemática imagen de aquel hombre conocido como “El Conano” quien con su infaltable Toca Discos, se convertía en el elemento clave para el bailongo.
Una carretita jalada por un viejo caballo, en donde “El Conano” viajaba, y acomodaba la bocina, los discos de música, el micrófono, los cables, y el motor de tractolina que servía como planta generadora de energía eléctrica, era vitoreada por la plebada de Capomos, cuando en horas de la tarde, el “hombre baile” hacia su arribo al rancho.
Otros personajes de esta historia que también llegaban de manera tempranera a nuestro Pueblo, eran los trabajadores de la cervecería, quienes, se dedicaban primero a acomodar las bebidas ambarinas en las cajas de madera, (Hieleras) y enseguida a excavar un agujero para enterrar las barras de hielo envueltas en costales de mecate ixtle, para ser utilizadas horas después en el enfriamiento de las bebidas embotelladas.
LAS PISTAS DE BAILE, CON OLOR A TIERRA MOJADA.
La pista de baile, regada con agua de la noria, despedía un rico olor a tierra mojada, y era diseñada de manera circular, donde se colocaban sillas individuales, facilitadas por las empresas cerveceras para ser utilizadas como asiento exclusivo del círculo femenino.
Y era precisamente hasta esa circunferencia del amor y el cortejo del corazón, al cual empezaba a ingresar en peculiar desfile las bellas flores, que provenientes de las rancherías circunvecinas, se hacían presentes en espera de encontrar en esa fecha tan especial, al príncipe azul tantas noches soñado.
En ese escenario de la vida de aquellos tiempos, muchas veces mis inquietos y bullangueros ojillos, pudieron observar cuando los hombres a lomo de caballo, mula o macho, llamaban a la vendedora de los “distintivos” (alfilerillos con un pequeño lazo de tela de color) para comprar el suyo y pegarlo en la solapa de su camisa o chamarra.
Portando esa especie de gafete se lanzaban al ruedo para darle vida al ritual de la clásica invitación a bailar a la chica de su preferencia.
Si, un Principie azul, que bajo el encanto de la música que se desprendía del tocadiscos de “El Conano” se acercara hasta la rustica silla de madera de la Dama elegida, para encorvar su figura y extender su brazo y su mano en el preclaro ritual de una invitación a bailar.
AQUELLOS BAILES… SIN CUPO PARA EL DESAIRE.
Pertinente, es dejar en claro, que la Dama invitada a danzar la pieza musical del momento, no estaba en condiciones de negarse a la petición del varón.
En aquellos tiempos, ese tipo de desaires, eran considerados graves comportamientos, que no podían permitir, incluso ni para las muchachas que mantenían una relación de noviazgo, de ahí que, ante la inclinación del hombre, con todo y disgusto o desencanto de la dama, esta habría de conceder aunque fuera una sola melodía al ofertante.
Por cierto, hasta las madres, tías, madrinas o abuelas encargadas de vigilar el comportamiento de las jovencitas solteras, las podían amonestar, si la joven osaba desairar sin motivo aparente al furtivo galán.
“Si se sientan en el taste del baile, es que quieren bailar, y si el que invita les parece feo o desagradable, se aguantan y le conceden su pieza musical” era el mandato de los viejos de las familias.
LOS EX – PRI, PAN y MC, NO PODRAN BAILAR.
Si me preguntan por qué, no sabría responderles con certeza, pero lo cierto es que la historia de la fiesta tradicional de Capomos, me llevo a recordar lo que les está pasando a los ex militantes del PRI, PAN y MC que abandonaron su Partido para irse a bailar al son que les toquen en MORENA.
Lo malo de las cosas para los nuevos inquilinos de Regeneración Nacional, es que, en el Partido de la 4T se toca buena música, sin embargo, al parecer, ellos no tienen invitación ni derecho a bailar.
“Lastima Margarito” les han gritado los ex compañeros de los Partidos abandonados, cuando se enteraron que la convocatoria lanzada por MORENA para elegir a sus candidatos, les ha aplicado interesantes candados que servirán para cerrarles la puerta de acceso a sus candidaturas hacia las elecciones del año entrante.
Lo lamentable para los ex del PRI, PAN y MC, es que, las reglas que aplicaban los viejos de antaño para que las muchachas no se atrevieran a desairar a quienes las invitaran a bailar, no aplica en la actualidad, por lo menos en el caso del partido que gobierna Sinaloa y el País.
Así las cosas, es factible que para las elecciones del 2024 los brazos extendidos de los golondrinos, se quedaran extendidos, al momento de invitar a bailar a la atractiva, pero despreciativa MORENA.
Son cosas de los nuevos tiempos, los cuales en muy poco comulgan con las ideas de épocas pasadas…Ya acabe…Nos veremos enseguidita.