De inicio, “Goodbye DonGlees!” podría dar la impresión que sólo se trata del acostumbrado paralelismo entre un viaje de amigos, y el proceso emocional y mental que representa el encaminarse hacia el mundo adulto. Pero si en algo son expertos los realizadores asiáticos, es en darle la vuelta a las fórmulas otorgándoles rasgos insólitos, haciéndoles creíbles y evocadores.
De tal modo es que en “Goodbye DonGlees!” vemos que la aventura de un par de adolescentes que se conocen desde niños y tienen un pequeño refugio en el bosque, a quienes justo antes de dar el paso hacia la preparatoria y enfrentar una falsa acusación, se les habrá de unir un nuevo integrante; va y viene entre lo real y lo onírico, con base a elementos tan mundanos como una cabina telefónica, un mapa, fuegos artificiales, los escritos en un vidrio o hasta la involuntaria distorsión de una palabra.
Estos, no solo se convierten en inusuales alegorías de las inquietudes y temores juveniles, sino que sirven como puentes para las situaciones en las que desbocan los conflictos que les muestran tanto el sentido de las pérdidas y las despedidas propias del crecer, como de esa inigualable sensación de despreocuparse y disfrutar del momento, y la importancia de creer en los sueños para atreverse a dar el salto de fe y hacer que las cosas pasen.
Por supuesto, las posibilidades del formato visual aquí están al servicio de los sentimientos, los cuales reclaman el completo protagonismo de visiones que apuestan por la belleza de la simpleza en lo particular, pero rayan el ensueño en los deslumbrantes planos generales, que incluyen la recreación de postales de Islandia.
En contraste el punto flojo de “Goodbye DonGlees!” está en el detonador de la trama que empuja a los personajes a iniciar la búsqueda por limpiar sus nombres, línea argumental que nunca parece ni ser tan importante, ni de tener una verdadera conclusión. Además de que la revelación principal con respecto al lazo que les une con el chico nuevo y el peso que habrá de tener en sus vidas, es sumamente predecible.
Sin embargo, la trascendencia del mensaje es innegable, y el tratamiento del mismo es profundo, además de que el sutil desarrollo de cada uno de los roles, que equilibra la llamativa estridencia de la gestual propia de la animación japonesa, evita caer en los estereotipos del chico bulleado, el que se la pasa quejándose o el imprudente que estira y tensa las relaciones; para validar algunos excesos que se adentran en la manipulación melodramática, encontrando así el encanto de la genuina reflexión para entregar pasajes vibrantes, divertidos y conmovedores.
Traída por Konniwa Fest, “Goodbye DonGlees!”, de la directora Atzuko Ishizuka —“No Game, No Life Zero” (2017)—, se presentó en la 34 Edición del Festival Internacional de Cine de Tokio, y es una de las más recientes propuesta de Madhouse, estudio responsables de algunos de los títulos más populares y emblemáticos de los últimos años dentro del anime, dígase “Death Note”, “Hunter x Hunter” y “One Punch Man”, lo cual de por sí ya es garantía. Llega a las salas en versiones con su idioma original y con doblaje al español.
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