Investigadores del Instituto Pasteur (Francia) y  la Universidad de Sao Paulo y la Fundación Oswaldo Cruz (Brasil) han documentado el caso de un hombre que dio positivo a COVID-19 durante 232 días.
 
Los investigadores aseguraron que no es la primera evidencia de que el virus puede permanecer activo durante más tiempo del esperado incluso en pacientes con síntomas leves. A principios de 2021 se informó de casos parecidos.
 
Un artículo publicado en la revista New England Journal of Medicine, a principios de diciembre de 2020, informó del caso de un hombre inmunodeprimido de 45 años con un trastorno sanguíneo autoinmune en el que el virus siguió replicándose durante 143 días. Y un artículo publicado en Cell a finales del año pasado documentaba el caso de una paciente con leucemia en la que el virus siguió replicándose durante al menos 70 días, aunque no presentaba síntomas de COVID-19.
En este estudio, la diferencia entre mujeres y hombres en cuanto a la duración de la actividad viral no fue significativa (con una media de 22 días y 33 días respectivamente). En cuanto a los tres casos atípicos, el virus permaneció durante 71 días en la mujer y 81 días en uno de los dos hombres. Ninguno de ellos presentaba comorbilidades y todos tenían síntomas leves de COVID- 19.
 
El otro hombre siguió dando positivo para el coronavirus durante 232 días (de abril a noviembre de 2020), tras lo cual dio negativo tres veces por PCR. Tiene VIH, el virus que causa el sida, desde 2018, pero no tiene carga viral detectable gracias a la terapia antirretroviral.
 
“El hecho de que sea seropositivo para el VIH no significa que sea más susceptible a otras infecciones, porque se ha sometido a la terapia desde que fue diagnosticado. Su capacidad de respuesta a una infección por otro agente es comparable a la de cualquier otro individuo, y de hecho respondió al coronavirus cuando se infectó. No está inmunodeprimido, como los pacientes de cáncer, las personas con enfermedades autoinmunes o los trasplantados, por ejemplo”, explica Paola Minoprio, una de las líderes del trabajo.
 
El paciente del estudio estaba infectado por el linaje B.1.1.28, también llamada P1, que entró en Brasil a principios de 2020. Los investigadores no detectaron mutaciones en el virus aislado del paciente que pudieran justificar su clasificación como más transmisible o más resistente al sistema inmunitario.
 
El paciente se sometió a pruebas semanales que detectaron la persistencia de la infección, y se secuenciaron periódicamente muestras del virus para demostrar que no se trataba de un caso de reinfección y que el virus no sólo seguía replicándose, sino que estaba mutando.
 
Se trazaron las estrategias utilizadas por el virus para escapar del sistema inmunitario durante la infección, mostrando que la carga viral disminuía cuando había más anticuerpos neutralizantes, y que el virus era capaz de burlar las defensas del organismo para volver a acumular la carga. El ciclo se repetía, forzando la producción de más anticuerpos hasta que la carga viral volvía a reducirse.