Como cada 6 años, los sinaloenses esperamos impacientes un cambio siempre postergado. Pero ahora la esperanza se llama Rubén Rocha Moya, un hombre formado en la vieja izquierda con antecedentes reales de lucha social, congruente y, según su discurso inicial, ambicioso (en el mejor sentido de este adverbio).
Es claro que, apenas a dos días de ascender al poder, es imposible “analizar” a un gobernante. Por lo menos, es imprudente intentarlo.
Y es que apenas disponemos de su hoja curricular y de un discurso por escudriñar. Veamos.
De principio, el hombre asume sin soberbia un postulado de la democracia: “… el mandatario no es el que manda, sino quien obedece el mandato popular”.
Bienvenido, pues. Rubén Rocha Moya ya tiene el poder y la palabra:
Gobernará para todas y todos, sin excepciones, consciente de que los electores, en una manifestación extraordinaria de apoyo electoral, “no me entregan un cheque en blanco”.
Refirió que seguirá un modelo de gobernar sustentado en principios y valores que darán identidad a su administración.
Los lineamientos básicos anunciados son concretos: una lucha permanente contra la corrupción y la impunidad, y un gobierno austero, transparente, incluyente, justo, con sentido profundo del bienestar social, y visión social y humanista.
Hará, dijo en su discurso pronunciado en el acto del Congreso, un gobierno respetuoso de la autonomía de los poderes Legislativo y Judicial, y no omitamos que el reto autoimpuesto por Rocha es descomunal:  habla de ejercer un mandato que transforme la vida pública y social de un Sinaloa que, “como todo Mexico, ha padecido y tolerado gobiernos incompetentes, autoritarios, corruptos y no pocas veces frívolos, con los que la vida pública en México transitó por una larga y ruinosa pesadilla”. Nos consta a todos.
Bajo el liderazgo del presidente Andrés Manuel López Obrador, sostuvo, la política es hoy “una actividad transformadora” ejercida con base en los principios de la Cuarta Transformación.
Bajo su mandato, definió, buscará en Sinaloa “la unidad que fortalece y evitará la división que debilita”.
El suyo será “un gobierno alternativo a las viejas y caducas prácticas del poder público, enemigo de la indolencia y la indiferencia hacia el dolor de los que sufren y padecen violencia de todo tipo”.
Para lograrlo, brindará “certidumbre jurídica a todos los sectores y actores del desarrollo, con la premisa -subrayó- de hacerlo todo en unidad, con todos y con todas”.
Un propósito es lograr un Sinaloa “menos desigual”, para lo cual un imperativo es alcanzar “un crecimiento notable y desarrollo económico, mayores inversiones productivas y mejores empleos, combate eficiente a la pobreza y a la marginación”.
En concreto, un camino para ello “es facilitar el trabajo de los empresarios, agricultores, ganaderos y pescadores, y erradicar la corrupción, donde quiera que esté”.
¿Lo logrará el profesor normalista, ex rector de la UAS con Doctorados, formado en la izquierda y ahora abanderado de Morena?
Él mismo define:
“He sido, soy y seré un hombre de izquierda”, formado en una izquierda “sin dogmas, abierta y libre”, cuyos ideales sembraron en él “la convicción de luchar contra la injusticia, la desigualdad, la intolerancia y la discriminación”.
Desde ese lado, describió  una posición personal “inequívoca” ante la delincuencia común y el crimen organizado, quizá los peores estigmas que soporta la entidad:
“Seremos inflexibles persiguiendo el delito para que no haya impunidad y atacaremos las causas que originan la violencia y la inseguridad”.
Su convicción, dijo, es “…trabajo, escuela, cultura, deporte y la sana convivencia son el mejor antídoto para las conductas antisociales”.
No titubea al declarar que incorporará a Sinaloa en la 4T y, con hechos, más que palabras, anuncia sus primeras acciones sustentadas en 7 acuerdos tomados ya con el presidente Lopez Obrador.
Desde el arranque del gobierno, el eje será “primero los pobres”, sin que implique esta frase una apología de la pobreza.
Va por la basificacion del personal de salud de Sinaloa; el otorgamiento de recursos para el programa ‘La Escuela es Nuestra’; la ampliación del programa ‘Pensión para el Bienestar de Personas con Discapacidad’, de 20 mil a 40 mil beneficiarios en 2022;  nuevos apoyos a pescadores, y la incorporación de las ciudades sinaloenses al Programa de Mejoramiento Urbano, en el cual ya está Mazatlán.
Para el 2023, además, el gobierno federal concluirá cuatro grandes obras estratégicas, como son las presas Picachos y Santa Maria, las carreteras Badiraguato-Chihuahua y San Ignacio-Tayoltita, y el puente sobre la presa Huites, que permitirá acelerar la conclusión del tramo carretero Topolobampo-Ojinaga.
Para celebrar su arribo al gobierno estatal, Rocha asumirá algunas medidas de realización inmediata, como son “una obra pública marcadamente social en los 18 municipios”, la creación de la Fiscalia Especializada en Delitos de Género y la Universidad del Policía, que plantea la construcción de un nuevo paradigma en la formación de corporaciones policiacas científicas.
También nacerá el Centro de Investigación sobre la Criminalidad y la Violencia, un ente que, incomprensiblemente, no existe en el estado y que constituye una carencia dolorosa después del tristemente famoso ‘Culiacanazo’.
Agreguemos también su postulado político:
“Hoy empeño mi palabra de dedicarme en cuerpo y alma a ese noble propósito de gobernar a ciencia y consciencia, al límite de mis fuerzas y capacidades”.
Pero será imposible cumplir esa “mayúscula pero irrenunciable tarea” en solitario. Lo sabe perfectamente. Y subraya: “Quienes me acompañan en este desafio están obligados a hacer otro tanto. Todos juntos, actuaremos con entrega y rectitud por el bienestar de los sinaloenses y, sobre todo, por la causa de los que menos tienen”.
Un Sinaloa golpeado por la pandemia, la desigualdad social y económica, la corrupción y la delincuencia, dio un voto abrumador de confianza a un hombre en el que, como cada sexenio, depositó ahora su confianza y esperanzas.
Enhorabuena.