En estos días es muy común que escuchemos hablar acerca de la necesidad de la educación y del papel importante que juega en nuestra vida el tener un título universitario. Para muchos el mérito es lo que define a los ganadores, sin embargo este pensamiento solo ha logrado crear una división entre ganadores y perdedores por que no todos tienen las mismas oportunidades de sobresalir.
El filósofo Michael Sandel en su libro La Tiranía de la Meritocracia nos dice que si las oportunidades fueran iguales para todos, entonces los ganadores merecen sus triunfos, sin embargo, no todos tienen las mismas oportunidades de sobresalir. La mayoría de la gente no cuenta con un título universitario, por ejemplo el 82 por ciento de los mexicanos no tiene estudios de educación superior, y esto acrecenta la desigualdad y polariza el ambiente social y político en nuestro país.
Pero regresando al concepto de meritocracia, el filósofo Michael Sandel nos dice que aquellos que han logrado el éxito han llegado a creer que obtuvieron su triunfo por cuenta propia, sin pensar que no todos tienen las mismas oportunidades de sobresalir, los niños que nacen en familias pobres suelen permanecer en la pobreza al crecer, los padres ricos les suelen ceder sus ventajas a sus hijos y la mayoría de los emprendedores deben su negocio a la ayuda de sus familiares. Insistir que los éxitos dependen de mí sin reconocer el papel de la suerte en la vida, me impide ponerme en los zapatos de los demás. Espíritu de humildad es la virtud cívica que necesitamos ahora, darnos cuenta que tuvo mucho que ver dónde y en qué lugar nací para entonces entender el significado de una sociedad justa. Por eso la importancia de enfocarnos más en mejorar la vida de las personas que no tienen un título pero que contribuyen de manera esencial en la sociedad. Empleo digno con un pago decente que no nada más signifique ganarse la vida, sino que contribuya a renovar la dignidad del trabajo.