Casi siempre ocurre en sábado. De noche. Con permiso oficial, o sin él, caen a pedacitos y aprisa las viejas casonas y los edificios que atestiguan la historia de esta ciudad mal amada, no comprendida, enmarañada.
El destructor llega de noche, como el ladrón. Enciende la máquina poderosa y echa abajo y a golpes los muros, los portones y los techos antiguos; impasible, borra a golpes la tradición y las leyendas viejas escondidas en sus rincones.
Así mueren los testigos de nuestra historia y se deforma lo que alguna vez nos dio identidad y el … es mi orgullo ser de Culiacán que cantó El Negrumo.
Contemplamos la tragedia una generación de sinaloenses impotente, insensible e indiferente. Ya no somos aquellos 40 mil habitantes de los 40 del siglo pasado, sino casi un millón de seres que luchan exclusivamente por lo suyo, sin comprender ni estimar el valor de una ciudad que, paradójicamente, los acoge junto con sus hijos. El fenómeno espera la intervención de académicos, de funcionarios responsables y de ciudadanos valiosos y valientes que amen y defiendan su ciudad.
La defensa del viejo Culiacán tal requiere la búsqueda y la organización de sinaloenses extraordinarios: que guarden recuerdos de aquellos rincones en los que tuvieron sus primeras citas, sus primeros sueños y aventuras; que conserven, añoren o amen las anécdotas, los tesoros y los archivos de sus padres y abuelos.
Muy cerca de Culiacán, en octubre de 2018, un grupo de ciudadanos del puerto dieron los primeros pasos para que la UNESCO incluya a Mazatlán en la Lista Mundial de Ciudades Creativas a través de su rica gastronomía.
Tal vez algunos de estos mazatlecos nos enseñen a los culichis –si lo deseamos- cómo cuidar el patrimonio.
LA DEVASTACIÓN
La destrucción del viejo Culiacán se intensificó a partir de los 40, al despertar la ciudad de un largo sueño cuando el gobierno construyó una enorme red de infraestructura hidráulica que convirtió al valle en un potente productor y en exportador principal de hortalizas al mercado norteamericano, una actividad que produjo la captación de cientos de millones de dólares y el desarrollo de una nueva casta de familias ricas.
El boom económico estalló al mismo tiempo que la caída de algunos íconos que dieron grandeza y esplendor a la pequeña ciudad, como el Teatro Apolo y otras edificaciones emblemáticas.
La huella de los años recientes, empero, no es cordial. La urbanización acelerada de una nueva metrópoli mal planeada y la irrupción de una economía terciaria arrasa con lo que puede. Demencialmente, en diciembre pasado amaneció hecha polvo una de las casonas más bellas de la ciudad, ubicada en la esquina de Morelos y Paseo Niños Héroes. En pocas semanas, el lote fue ocupado por un nuevo edificio feo y grotesco propiedad de una potente cadena de tiendas de conveniencia especializada en la venta de bebidas alcohólicas. El rojo sangre que distingue al logotipo de la tienda domina ahora el paisaje urbano de uno de los rumbos más bellos de la ciudad de Sinaloa.
La destrucción de la edificación generó algunas protestas, sobre todo en redes sociales. Fue un pequeño clamor de rechazo que se apagó muy rápido y sin causar efectos importantes.
La semana pasada, enfrente de ese mismo punto, la edificación conocida como ‘Casa Tamayo’ fue echada abajo, lo que produjo sólo algunas reacciones de inconformidad. Nada perece detener la demolición.
La Cédula de Identificación Básica de la ‘Casa Tamayo’ fue elaborada por el IMPLAN en 2009. Paradójicamente, es la número 0001 en el Catálogo de Bienes Inmuebles Históricos y Artísticos del Plan Parcial Culiacán Zona Centro, vigente desde el año 2010.
El Catálogo referido fue elaborado por el Ayuntamiento de Culiacán, el IMPLAN y el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) con el propósito de proteger el patrimonio edificado de la ciudad,
Cédula Básica-Levantamiento de Bienes Históricos y/o Artísticos
La Cédula de la ‘Casa Tamayo’ registra como fecha de levantamiento/elaboración el mes de junio de 2009. Consigna que la modificación ocupaba un mil 260 M2 y tenía una superficie construida de 898.17 M2. Fue catalogada con un nivel patrimonial Medio, de uso habitacional, nivel patrimonial y de protección MEDIO, arquitectura y fachada original en buenas condiciones y daños menores.
Esta belleza etiquetada con la Cédula 0001 ya no existe.