Ayer se anunció que la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum, viene a Sinaloa. ¡Qué gran noticia! La gente se pregunta qué vendrá a hacer en un estado que parece estar en una competencia por ver qué crisis se lleva el primer lugar: inseguridad, economía en picada, sequía y, por supuesto, la crisis política que parece un melodrama eterno. Con tanto drama, la visita de la presidenta podría ser el nuevo episodio que todos estábamos esperando.

Si la presidenta aterriza en Mazatlán, el mensaje es claro: “Aquí estoy, ¡no se olviden de votar en la elección de la Suprema Corte!” Porque, seamos sinceros, ¿a quién le importa que haya problemas reales? Lo importante es la foto sonriente en la playa. Ahora, si se atreve a poner un pie en Culiacán, podría ser que se le ocurra hacer algo útil, como, no sé, intentar resolver la violencia que ha convertido a la ciudad en un escenario digno de una película de terror. Pero, claro, después de nueve meses de crisis, quizás solo quiera tomarse un café y hacer como que todo está bien.

Si decide visitar las presas, eso sería un buen indicativo de que realmente se preocupa por los agricultores que están más secos que su tierra. Pero, claro, eso sería un gran avance. Y si se presenta en Ahome y se reúne con Gerardo Vargas Landeros, eso podría ser un verdadero golpe en la mesa. Pero, ¿qué podemos esperar? ¿Que venga y diga que todo va a estar bien mientras se toma otra selfie?

Hablando de crisis, la sequía ha dejado a los agricultores preguntándose si deben cambiar su cultivo por cactus. Y si la presidenta se anima a ver la situación de la seguridad, esperemos que no lo haga con el mismo despliegue de seguridad que García Harfuch. Ese tipo parece estar en una misión secreta de Hollywood, rodeado de blindados y helicópteros. Así no se puede, gente.

Ojalá que la presidenta nos traiga buenas noticias. Si de verdad se anima a ayudar con la crisis económica, sería lo mejor que podría pasar. Pero no importa cuánto dinero se inyecte si los comerciantes están cerrando sus negocios porque nadie puede comprar ni un chicle. A menos que Claudia tenga una varita mágica para resolverlo todo, sería mejor que se prepare para escuchar más que para hablar.

Así que, mientras esperamos su llegada, nos quedamos aquí con la esperanza de que su visita no sea solo otro desfile de promesas vacías. Necesitamos respuestas, no solo fotografías. En fin, todo depende de qué suelo pise la presidenta en su visita. ¿Tendrá el valor de enfrentar nuestras realidades? El tiempo lo dirá.

Todo esto Según yo, el Goyo 310.

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