Hoy celebramos el Día de las Madres, esa fecha en la que rendimos homenaje a las jefas, las patronas, a quienes nos dieron la vida y, en muchas ocasiones, la razón para seguir adelante. Un saludo especial a mi querida madre, María Vázquez González, alias “Marilú”, cuya capacidad de mantener la calma en medio del caos es digna de un premio Nobel en paciencia. Y, por supuesto, a Yolanda González González, madre de mis hijos, que ha hecho del arte de la maternidad un verdadero espectáculo de magia. Y no me olvido de mis hermanas, mis parientes y todas mis amigas y buenas conocidas que tienen la dicha de ser madres. ¡Qué grandes mujeres! Gracias por todo lo que hacen por nosotros, incluso cuando a veces olvidamos sacar la basura.
Pero hoy, el festejo en Sinaloa no será solo risas y flores. Mientras algunos celebramos con abrazos y tacos, habrá muchas madres que pasarán el día con lágrimas en los ojos. Los números no mienten: hay demasiadas mamás que lloran a sus hijos, y no solo a los pequeños, sino también a esos hijos grandes que han sido arrancados de sus vidas. Hoy no será un día de fiesta para todos, sino un recordatorio del dolor que muchas enfrentan.
Es el Día de las Madres, y en lugar de reírnos y celebrar, algunas madres se verán obligadas a cargar flores y carteles con los nombres y edades de sus hijos desaparecidos. ¿Y el gobierno? Ah, el gobierno tiene una responsabilidad que parece haberse olvidado en el fondo de un cajón, junto con las promesas que nunca se cumplieron. Es increíble que en un día que debería ser de alegría, tantas mujeres tengan que recordar su pérdida en solitario, buscando respuestas en un mundo que parece haberlas ignorado.
A pesar de las lágrimas, es importante reconocer a esas madres buscadoras, que no se rinden y que día tras día luchan por encontrar a sus hijos y por justicia. Ellas son las verdaderas heroínas, y aunque hoy no tengan un día de fiesta, su valentía y tenacidad son dignas de aplauso.
Y mientras algunas madres pueden disfrutar de un abrazo, una videollamada o hasta un pastel, hay muchas que no podrán celebrar como deberían. A ellas, les envío un fuerte abrazo y mi solidaridad. A todas las mamás que pueden celebrar, ¡felicidades! Abracen a sus hijos y disfruten de cada momento, porque la vida es efímera y, a veces, lo que menos esperamos puede quitarse de nuestra vista en un abrir y cerrar de ojos.
Así que, en este Día de las Madres, celebremos la vida, pero también recordemos el dolor de muchas. A las que están aquí y a las que ya no están, gracias por ser parte de nuestras vidas. ¡Felicidades a todas ustedes!