El pez por su boca muere, y en el caso de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), esta frase cobra un significado profundo. Lo dijimos, lo advertimos una y otra vez: las autonomías se respetan. Muchos proclamaron que “de rodillas, nunca”, y así fue, se aguantaron injurias, mentiras y groserías de parte de una legislatura que ha demostrado ser la más mediocre en la historia de Sinaloa.
Los que intentaron jugar sus cartas a escondidas y apuñalarse entre ellos han fracasado, y lo que es más, no han logrado arrebatarle a la UAS su autonomía. Quienes se atreven a acusar a Morena de ser igual que el PRI no parecen recordar que el PRI al menos tenía un poco de coherencia. Aquí no hay tal, solo un circo donde los payasos se ríen de sus propias desgracias.
Y hablemos claro: la cabeza visible de esta situación es Rubén Rocha, un gobernador que no quiso respetar la autonomía de la universidad. A pesar de los intentos de desestabilización, Jesús Madueña ha hecho historia. Después de años de tensiones, la UAS regresa a una contienda, pero no una contienda normal. Se ha jugado bajo sus propias reglas, bajo modificaciones y reglamentos que ellos mismos establecieron. Y, con todo y eso, no solo no les ganaron; les dieron una paliza monumental. Hoy, la UAS celebra cuatro años más de autonomía, desmarcándose de aquellos que pensaron que el gobierno terminaría en tres años y que la rectoría se iría con él.
Si hubo compromisos en el aire, claramente no se cumplirán, porque hoy la Universidad Autónoma de Sinaloa demostró que, aunque algunos intenten propagar la narrativa de que ha perdido, en realidad ha ganado. Nadie, ni Feliciano Castro, ni Rubén Rocha, ni Jesús Madueña, ni Morena, ni el PAN, ni el PRI, está por encima de su autonomía. Es risible ver a quienes intentaron llevarse entre las patas las ideas y negociaciones del propio gobernador, su líder y guía.
No conforme con su fracaso, seguimos escuchando y viendo cómo se mueven las piezas en un tablero tenso. Quieren destruir o bloquear el camino de Gerardo Vargas Landeros, pero créanme, ahí van a tocar con pared. No le rasquen los huevos al tigre, como diría Higuera, el líder Andrés Manuel. Con Gerardo Vargas, van a batallar. Él no es ni Jesús Estrada Ferreiro ni el químico Benítez, y eso debería ser suficiente para que muchos empiecen a preocuparse.
Así que prepárense, porque las cosas apenas comienzan. La lucha por la autonomía y el respeto a las instituciones educativas en Sinaloa no ha hecho más que intensificarse. La historia de hoy es un triunfo para la UAS y un recordatorio de que, a pesar de los obstáculos, siempre habrá quienes lucharán por defender su espacio y su dignidad. La política en Sinaloa puede ser un juego de poder, pero la comunidad universitaria ha demostrado que su voz es más fuerte que cualquier intento de silenciarla. ¡Y esto apenas comienza!