El impacto de la música en la cultura contemporánea a menudo trasciende las fronteras, y el fenómeno de los narcocorridos no es la excepción. Sin embargo, ahora estos géneros musicales han captado la atención del gobierno de Donald Trump, que está considerando implementar medidas extraordinarias contra los intérpretes que promueven o glorifican actividades delictivas. La razón: las visas son consideradas “un privilegio”, y aquellos que apoyan a “grupos terroristas o criminales como los cárteles” podrían enfrentar la revocación de sus permisos para ingresar a Estados Unidos.
Artistas como Natanael Cano y Peso Pluma, junto a otros exponentes del narcocorrido, están en riesgo de perder la oportunidad de presentarse en el país vecino. Según información de Milenio, en un periodo de solo dos meses y medio, la administración Trump ha retirado más de 800 visas, principalmente a individuos asociados con la violencia del narcotráfico y otros que han hecho declaraciones en apoyo a causas controversiales.
Marco Rubio, secretario de Estado, ha enfatizado que las visas no son un derecho y que el gobierno tiene la autoridad para negarlas o revocarlas. Por su parte, Cristopher Landau, subsecretario de Estado, advirtió que “la libertad de expresión no debe quedar libre de consecuencias”. De este modo, queda claro que la administración se toma muy en serio su responsabilidad sobre quiénes tienen acceso al país, dejando claro que no se extenderá la “alfombra roja” a quienes enaltecen a criminales.
Mientras tanto, en México, la presión sobre el género musical también está aumentando. Brenda Guadalupe Carrera García, diputada por Morena en el Congreso de Jalisco, ha propuesto una iniciativa para prohibir la reproducción de narcocorridos en espacios públicos. Esta propuesta incluye sanciones que podrían derivar en penas de prisión de entre uno y cuatro años para quienes reproduzcan o toquen este tipo de música en eventos masivos, bares, restaurantes y otras instalaciones.
La diputada argumenta que este género musical exalta a personas y actividades relacionadas con el crimen organizado, lo que justifica la necesidad de restringirlo. Además, la iniciativa buscaría extender sus efectos a la programación en estaciones de radio y televisión, lo que podría marcar un antes y un después en la forma en que se consume la música en el país.
La situación se complica para los artistas del narcocorrido, que se encuentran en un cruce de caminos entre su expresión artística y las consecuencias legales que podrían enfrentar, tanto en México como en Estados Unidos. Si bien el género ha ganado popularidad y ha sido un vehículo de expresión para muchas comunidades, también ha atraído la atención negativa de las autoridades que buscan erradicar cualquier forma de glorificación de la violencia.
En este contexto, la pregunta que queda es: ¿cómo se adaptarán estos artistas a un panorama donde su arte puede ser visto como un riesgo, y qué implicaciones tendrá esto para la música en general en ambos lados de la frontera? La respuesta podría definir no solo el futuro de los narcocorridos, sino también el de muchos de sus intérpretes.
Con Información de PoliticoMx