Ah, Manuel Osuna, el hombre que ha logrado salir del barrio para aterrizar en el corazón del PRI en Sinaloa. ¿Quién lo diría? De aquel Palmito, donde los sueños se mezclan con el aroma a tacos y la risa de los vecinos, a convertirse en secretario de organización del partido que, bien sabemos, tiene más historia que la abuelita que cuenta cuentos en cada esquina.

Yo, que soy de la Diaz Ordaz, no puedo más que aplaudirle a Manuel, porque no es todos los días que alguien de nuestras colonias populares logra escalar hasta donde los de arriba suelen mirar con desdén. Su trayectoria es un testimonio de que, a veces, el que viene de abajo puede llegar a hacer ruido, aunque el camino esté lleno de tropiezos y, claro, de algunos “compadres” que no te olvidan de dónde vienes.

A través de su trabajo y esfuerzo, Manuel ha demostrado que es posible alcanzar lo que muchos considerábamos inalcanzable. Logró ser presidente del PRI en Culiacán, fue síndico procurador, e incluso fue alcalde de la capital, aunque solo por un breve tiempo. Pero lo logró, y eso hay que reconocerlo. También fue diputado local, lo que le ha dado una experiencia invaluable en el terreno político. 

Y hablando de recordar, no puedo dejar de mencionar esa anécdota de la bicicleta. Sí, esa bicicleta que me habían regalado y que me tumbaron en el Palmito. Siempre he culpado a Manuel de eso; algún día lo descubriremos. Recuerdo que, en aquellos días, a Manuel y a mí nos invitaban a no entrar al PRI. Nos cerraban la puerta y decían: “Ahí viene este par de locos, uno a leer el periódico y el otro a tomar agua. No los dejen entrar”. Y así, entre risas y desdaires, comenzamos a forjar nuestra historia.

Ahora, con su nuevo cargo en el PRI, Manuel enfrenta el reto de organizar las estructuras del partido. Muchos dirían que es una misión suicida. Pero, la verdad, si alguien puede hacerlo, es él. Su determinación y sus raíces en el barrio son su mejor carta de presentación.

Mientras suena la música de fondo, el grupo de Bernardino Antelo, con César Emiliano al frente, aplaude esta incorporación. “¡Mira a Manuel, el negro, en la cima!”, dirán algunos, mientras otros se preguntan si realmente tiene lo que se necesita para sacar adelante este barco que parece hundirse. Pero hay que darle su mérito: no todos los días vemos a alguien de nuestra gente intentando cambiar las cosas desde adentro.

Así que, Manuel, desde el Palmito hasta el PRI, te aplaudimos con picardía y un poco de sarcasmo. Sabemos que no va a ser fácil, que los que están arriba tienen un juego muy distinto, pero al menos sabemos que tienes el barrio en la sangre. Y, seamos sinceros, en un mundo político donde muchos parecen olvidarse de sus raíces, es un alivio ver a alguien que sabe de dónde viene.

En fin, que la suerte te acompañe, Manuel. La política es un campo de batalla, y tú, con tu esencia de barrio, tienes la oportunidad de demostrar que se puede hacer algo diferente. ¡Ah! Y no te olvides de tus compas, porque aunque llegues a donde pocos han llegado, no está de más recordar que a veces, la verdadera fuerza está en la comunidad que te vio crecer. ¡A darle!

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