La situación política en Veracruz se torna cada vez más preocupante. Luis Carbonell de la Hoz, dirigente estatal de Movimiento Ciudadano (MC), ha denunciado que al menos diez de sus candidatos han recibido amenazas, lo que ha llevado a cinco de ellos a retirarse de la contienda electoral. Esta alarmante situación pone en evidencia la complejidad y el riesgo que enfrentan los aspirantes a un cargo en un contexto de violencia e intimidación.

Durante la presentación de Raúl Zarrabal Ferat, exfuncionario del gobierno de Javier Duarte, como candidato a la alcaldía de Boca del Río, Carbonell de la Hoz no pudo contener su frustración, afirmando que “ser candidatos sea una cuestión compleja, luchan cuesta arriba”. A pesar de las amenazas, el dirigente instó a sus compañeros a seguir adelante con su trabajo, aunque la realidad es que la violencia ha ensombrecido el proceso electoral que culminará el 1 de junio.

El gobierno del estado, por su parte, parece restar importancia a la situación. Ricardo Ahued Bardahuil, secretario de Gobierno en Veracruz, aseguró que no existen “focos rojos” en relación a la violencia durante este proceso electoral. Sin embargo, la percepción de los candidatos es muy diferente. Carbonell ha solicitado al órgano electoral que refuerce la seguridad para sus aspirantes, quienes han manifestado su miedo ante las amenazas, aunque se ha negado a revelar sus identidades por razones de seguridad.

Esta desconexión entre lo que el gobierno afirma y la realidad que viven los candidatos es alarmante. Mientras las autoridades aseguran que todo está bajo control, los miembros de MC se enfrentan a un clima de incertidumbre y peligro. La violencia política en el país no es un fenómeno nuevo, pero la falta de acción efectiva para proteger a los candidatos es inaceptable.

El hecho de que los candidatos se vean forzados a renunciar a sus aspiraciones por la amenaza de violencia es un síntoma de un problema más profundo en la política veracruzana y mexicana. Si los líderes políticos no pueden garantizar un ambiente seguro para quienes desean servir a su comunidad, ¿qué mensaje se envía al electorado?

La situación exige una respuesta contundente y efectiva. La seguridad de los candidatos debe ser una prioridad, y las autoridades deben tomar medidas inmediatas para asegurar un proceso electoral libre de intimidaciones. La democracia no puede ser un juego de azar; debe ser un espacio donde todos, independientemente de su partido, puedan competir sin temor a represalias. El tiempo para actuar es ahora, antes de que la violencia se convierta en la norma y el miedo silencie las voces que buscan un cambio.

Con información de Latinus.

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