Hoy, al conmemorar el aniversario del asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta, es crucial recordar sus ideales y la visión que ofrecía para México. Colosio no solo era un candidato, era un hombre que soñaba con un país donde la política se ejerciera con honestidad, donde los derechos de los ciudadanos fueran respetados y donde la corrupción no tuviera cabida. Su célebre frase, “Veo un México con sed de justicia”, resuena hoy más que nunca, en un contexto donde el PRI ha traicionado esos principios fundamentales.

La muerte de Colosio marcó un punto de inflexión en la política mexicana, pero en lugar de aprender de su legado y avanzar hacia una política más justa, el PRI se ha empantanado en la corrupción y el autoritarismo. Aquel partido que prometía un cambio, que Colosio aspiraba a liderar hacia la modernidad, ha optado por aferrarse a prácticas arcaicas y clientelistas, ignorando el clamor de un pueblo que exige transparencia y justicia.

Colosio dijo una vez: “No quiero un país donde el poder se ejerza sin control, donde la impunidad sea la norma”. Sin embargo, el PRI ha elegido un camino que contradice todo lo que él defendía. La ambición desmedida y el encubrimiento han quedado como la norma, mientras los ideales de justicia y equidad se desvanecen. Lo que él propuso fue un cambio radical en la política: un sistema que priorizara al ciudadano por encima de los intereses de unos pocos. Pero el partido ha traicionado esa promesa, permitiendo que la corrupción y la impunidad destierren la esperanza de una política más digna.

Colosio también afirmó que “la desigualdad es el principal obstáculo para el desarrollo”, y hoy esa desigualdad se ha profundizado bajo el manto de un PRI que se aferra a un pasado corrupto. El legado de Colosio sigue vivo, no solo en su memoria, sino en su hijo, quien ha tomado la antorcha y continúa luchando por lo que su padre representaba. Es un recordatorio de que, a pesar de las adversidades y la traición de un partido que debería haber sido el bastión de sus ideales, la lucha por un México mejor no ha terminado.

A medida que el PRI enfrenta la posibilidad de perder su registro en Sinaloa y en otros estados, es evidente que la población ha dejado de creer en un partido que ha dejado de ser una opción viable para el futuro. La traición de los ideales de Colosio no solo ha llevado al partido a su declive, sino que también ha dejado a millones de ciudadanos desilusionados y en busca de un cambio real.

Hoy, recordamos a Luis Donaldo Colosio no solo como un mártir de la política, sino como un símbolo de lo que México podría haber sido. Su legado debe ser un faro que guíe a una nueva generación de líderes a rechazar la corrupción y a trabajar por un país en el que la política sea un verdadero servicio a la sociedad. El PRI debe reflexionar profundamente sobre su rumbo y considerar si aún es posible regresar a los principios que Colosio defendió con tanto fervor. La hora de la verdad ha llegado, y el pueblo exige respuestas.

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