Llegó el 6 de enero, ese día mágico en el que los niños esperan ansiosos los regalos de los Reyes Magos y los adultos, bueno, esperan que sus políticos hagan algo más que prometer. ¡Es el Día de Reyes, donde la rosca se convierte en el verdadero símbolo de unidad nacional, aunque a veces parezca más un campo de batalla por la última rebanada!

Imaginemos a nuestros políticos en esta festividad. Andrés Manuel López Obrador, con su famosa sonrisa, cortando la rosca y asegurando que todos tengan su pedazo, mientras su equipo de “técnicos” se encarga de verificar que no haya más de un niño escondido en la porción. “¡No se preocupen, esto no es como la rifa del avión, aquí todos tienen que ganar!”, diría con su característico tono. 

Por otro lado, tenemos a los opositores, que seguro están listos para hacer un análisis exhaustivo de la rosca. Ricardo Anaya, con su aire de “experto en todo”, estaría deslizando un “informe” sobre la calidad de la masa y la cantidad de frutas cristalizadas, mientras critica que el niño está “demasiado escondido” y que eso es un reflejo del gobierno actual. ¡Ah, el arte de la política!

Y qué decir de Claudia Sheinbaum, quien, al ver que le toca el “niño”, no dudaría en anunciar un programa de tamales para todos, asegurando que “no solo se trata de la rosca, sino de un compromiso con la alimentación digna”. Tal vez incluso haría una transmisión en vivo desde su cocina, cocinando tamales con una receta “innovadora” para demostrar que la política también se puede cocinar con amor.

No podemos olvidar a los representantes del PRI, que con su toque clásico, serían los primeros en llegar con una rosca decorada de manera ostentosa, tratando de recordar tiempos pasados. ¡Imagínate a un exgobernador del PRI diciendo que su rosca es la mejor porque tiene “más historia” que todas las demás! Mientras tanto, el de Movimiento Ciudadano, con su estilo juvenil, intentaría hacer un “challenge” de rosca en redes sociales, buscando likes y retweets en lugar de votos.

Y, por supuesto, ahí está Xóchitl Gálvez, quien, al ver que el niño le toca a ella, no se quedaría callada. Con su característico humor, diría: “¡Ahora sí, a organizar la fiesta del Candelaria con los mejores tamales del país! Y si no les gustan, ¡que se vengan a platicar conmigo!”.

Mientras tanto, el resto de los políticos estarían tratando de ver quién puede cargar más tamales en su plato, buscando el “voto” de los asistentes a la fiesta. En esta dinámica, el niño en la rosca se convierte en el nuevo “padrino” de la política, y todos quieren estar en su buena gracia. ¡Eso sí, cuidado con el que no guste de los tamales, porque le caerán críticas como si fuera un debate electoral!

Y, por supuesto, no podemos olvidar que este día también es una excelente oportunidad para que cada político haga su “campaña” personal. “¡Yo sí me como la rosca completa!”, gritaría un emocionado diputado, mientras se asegura de que las cámaras lo capten en su mejor ángulo. Al final, todos sabemos que, en el fondo, el Día de Reyes es un recordatorio de que, aunque las promesas electoralmente pueden ser tan efímeras como la rosca, las tradiciones y la risa siempre están presentes.

Así que, en este Día de Reyes, celebremos con la misma alegría que nuestros políticos prometen cada vez que abren la boca. Y si te sale el niño, ¡prepárate para los tamales y las promesas de un futuro “delicioso”! ¡Feliz Día de Reyes a todos! 

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