La visita de Claudia Sheinbaum a Sinaloa, lejos de ser una respuesta a las crecientes demandas de seguridad y estabilidad, se presenta como una oportunidad perdida para abordar los verdaderos problemas que enfrenta el estado. Tras más de 100 días de violencia desbordada, donde la población ha sido testigo de una crisis sin precedentes, la presidenta optó por visitar Mazatlán y no Culiacán, la capital y epicentro de la inseguridad. Este hecho resulta lamentable y habla de una desconexión alarmante entre las autoridades y las realidades que viven los sinaloenses.

Mientras las calles de Culiacán son escenario diario de actos violentos, el turismo en Mazatlán se ha visto igualmente afectado, pero la presidenta parece haber ignorado que el verdadero corazón del problema se encuentra en la capital del estado. La inseguridad ha llevado al cierre de empresas, al despido de miles de trabajadores y, lo que es peor, a la desaparición de pequeños negocios que son el alma de la economía local. En un entorno donde la esperanza se ha evaporado, los ciudadanos necesitan ver a sus líderes en los lugares donde más se les necesita, no en un destino turístico que, aunque importante, no refleja la gravedad de la situación.

La presencia del Secretario de Seguridad Pública Nacional, Omar García Harfuch, en Sinaloa ha resultado ser un espejismo. A pesar de sus esfuerzos por implementar estrategias de seguridad, la realidad es que los resultados han sido decepcionantes. La violencia sigue al alza, las muertes violentas continúan, y la población se siente cada vez más desprotegida. Las palabras de apoyo y solidaridad de las autoridades son insuficientes; lo que se requiere son acciones concretas y efectivas que aborden las raíces del problema, no solo paliativos que no resuelven la crisis.

Si en la próxima semana no se observan resultados palpables, la visita de Sheinbaum se convertirá en un mero acto de propaganda, donde las fotos y selfies se priorizan sobre las soluciones reales. Los sinaloenses están cansados de promesas vacías y discursos grandilocuentes. La situación exige un compromiso genuino con la seguridad y el bienestar de la población. No se trata solo de palabras, sino de demostrar a través de acciones que el gobierno está dispuesto a enfrentar la violencia de manera efectiva.

La realidad en Sinaloa es crítica y no puede seguir siendo tratada como un espectáculo. La presidenta y su equipo deben entender que el tiempo se agota. La paciencia de la gente ha llegado a su límite, y si no se presentan soluciones tangibles, su visita será recordada como otro intento fallido de gobernar en un estado que clama por justicia, seguridad y oportunidades. La historia no recordará a los políticos por sus discursos, sino por los resultados que logren entregar a un pueblo que merece mucho más. La falta de acción en un momento tan crucial podría tener consecuencias devastadoras, y Sinaloa no puede permitirse más fracasos.

DEJA UNA RESPUESTA

Please enter your comment!
Please enter your name here