“No me ayudes, compadre”, reza un refrán popular que hoy cobra vida en el contexto de Sinaloa, especialmente cuando se observa el papel de figuras como Luisa Alcalde Luján y López Beltrán. La situación en el estado se ha convertido en un laberinto de palabras vacías y promesas incumplidas, mientras los ciudadanos enfrentan una realidad desgarradora. Alcalde Luján, actual presidenta de Morena y exsecretaria de Gobernación, junto a López Beltrán, hijo del expresidente López Obrador, han emergido como rostros visibles en esta retórica política que busca mostrar unidad y respaldo al gobernador Rocha Moya. Sin embargo, la pregunta que flota es: ¿qué significan realmente sus palabras en un entorno donde la soledad parece ser la compañera constante de la población?

Los legisladores han repetido incansablemente que el gobernador no se enfrenta a esta crisis en soledad. Durante su reciente visita a Culiacán, Alcalde Luján se unió a este coro, asegurando que el mandatario no está solo en la lucha. Sin embargo, estas palabras resuenan con una falta de conexión con la realidad que viven los sinaloenses. En un marco de cinismo, la dirigencia nacional de Morena parece haber olvidado que ellos son parte del engranaje que ha contribuido a la crisis que hoy se vive en México, y en especial en Sinaloa. Mientras la élite política se aferra a un discurso de unidad, ¿quién se preocupa por los ciudadanos que verdaderamente están solos?

Los empresarios que ven cómo sus negocios sufren ante la inseguridad y la inacción del gobierno, los policías que se enfrentan a un entorno hostil sin el apoyo necesario, y los automovilistas que deben lidiar con el miedo constante de ser víctimas de la delincuencia. Todos ellos comparten una soledad que trasciende las palabras de respaldo. Los que viven del turismo sienten el peso de la incertidumbre, ya que la imagen del estado se ve empañada por la violencia y la falta de seguridad.

Y no son solo los empresarios y los turistas. Los desplazados, que una vez más se ven obligados a abandonar sus hogares, son un recordatorio trágico de la fragilidad de la paz en Sinaloa. La reciente ola de desplazamientos, provocada por la violencia en ciertas regiones, ha dejado a muchas familias en una situación desesperada. Mientras los legisladores aplauden y repiten que el gobernador no está solo, estos ciudadanos se enfrentan a un futuro incierto, esperando una respuesta que no llega.

Los conductores del transporte público, quienes arriesgan sus vidas cada día, son también parte de este paisaje de soledad. Ellos, junto con los ciudadanos comunes que sufren asaltos y viven con el miedo constante, son los que realmente necesitan apoyo. Una red de seguridad que no se limita a la retórica, sino que se traduce en acciones concretas y efectivas que garanticen su bienestar.

La desconexión entre la clase política y la realidad del pueblo es cada vez más evidente. Los discursos de respaldo al gobernador, aunque bien intencionados, resultan vacíos cuando no están acompañados de acciones que hagan sentir a los ciudadanos que su voz y su seguridad importan. Si los líderes de Morena realmente desean que el gobernador no se sienta solo, deben trascender las palabras y enfocarse en resultados tangibles.

La solución a los problemas de Sinaloa no se encuentra en frases repetitivas que suenan bien en los medios, sino en un compromiso genuino con la seguridad y la prosperidad de la población. Las palabras deben transformarse en políticas públicas efectivas, en planes de acción que aborden la crisis de inseguridad y que brinden un sentido de comunidad y respaldo real a quienes se sienten abandonados.

En resumen, mientras Luisa Alcalde Luján, López Beltrán y otros líderes políticos se aferran a un discurso que resuena en los pasillos del poder, la realidad es que los ciudadanos de Sinaloa están solos en su lucha diaria. La verdadera solidaridad debe materializarse en acciones, y es hora de que se escuche el clamor de aquellos que viven el día a día en un estado donde la violencia y la incertidumbre han tomado el control. El refrán “no me ayudes, compadre” se convierte en un llamado a la reflexión, un recordatorio de que la verdadera unión se construye con hechos, no con palabras. Mientras la dirigencia de Morena olvida su papel en esta crisis, los sinaloenses continúan enfrentando su soledad en medio del caos.

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