En el vasto catálogo de refranes populares, encontramos expresiones que parecen diseñadas para describir a ciertos líderes políticos. “Perro huevero, ni quemándole el hocico”, “chango viejo no aprende maroma nueva” y “árbol torcido jamás se endereza” son frases que resuenan con la administración de Juan de Dios Gámez Mendívil, el alcalde cuyo mandato ha sido, por decirlo suavemente, controvertido.
….. Un Alcalde Impuesto y Reelecto …..
El ascenso de Gámez Mendívil al poder no fue precisamente una historia de éxito electoral común. Fue impuesto por el Congreso, una decisión que no dejó de levantar cejas y suscitar debates. Sin embargo, la controversia no terminó ahí. Fue reelecto, según él, por su “gran trabajo” —un comentario que solo puede ser tomado con un buen toque de sarcasmo. Su reelección parece más un reflejo de la falta de opciones viables que un reconocimiento a su desempeño.
….. La Soberbia de la Silla …..
El trabajo de un alcalde debería ser visible y tangible. Sin embargo, en el caso de Gámez Mendívil, verlo trabajar, convivir y dar soluciones es una rareza. La soberbia parece ser su principal herramienta de gestión, una actitud que se fortalece por su respaldo incondicional por parte del gobernador. Este halo de protección lo hace sentirse intocable, poderoso al punto de que, según comentarios populares, “una gata llamada Cruela tiene más presencia que él”.
….. Problemas que no se Pueden Tapar …..
A pesar del aparente blindaje político, hay problemas que ni sus protectores pueden ocultar. Los baches en las calles de la capital son cráteres que parecen gritar en cada esquina, recordándonos el abandono en el que se encuentran. La inseguridad es otra sombra omnipresente que afecta la vida cotidiana de los ciudadanos. Y si hablamos de la basura, las montañas de desechos que invaden las calles son un testimonio de la nula atención que se presta a la limpieza urbana.
La falta de agua constante en las colonias populares es otro problema crítico que refleja la ineficiencia administrativa. En una ciudad donde el acceso a los servicios más esenciales debería ser un derecho garantizado, la realidad pinta un cuadro muy diferente, lleno de carencias y negligencia.
….. Reflexión Final …..
La gestión de Juan de Dios Gámez Mendívil es un claro ejemplo de cómo la arrogancia y la prepotencia pueden erosionar la confianza pública. Los problemas estructurales y de servicios básicos son síntomas de una administración desconectada de las necesidades reales de la gente. En un sistema donde la arrogancia parece ser la norma, la esperanza de cambio se convierte en una necesidad urgente.
En resumen, la administración de Gámez Mendívil nos recuerda que el refranero popular no solo es una colección de sabiduría antigua, sino también un espejo en el que podemos ver reflejadas las falencias de nuestros líderes contemporáneos.