Culiacán, Sin.- El Salón de la Fama del Deporte Municipal de Culiacán, destinado a honrar a los atletas más destacados de la región, se ha convertido en un feudo de intereses personales. A pesar de los esfuerzos de José Alberto Beltrán, mejor conocido como el Pitaya, director del Instituto Municipal del Deporte y la Cultura Física, el recinto sigue bajo el control de una élite que prefiere beneficiar a amigos y compadres en lugar de los deportistas.

En los últimos años, la influencia de ciertos miembros del comité lector ha sido evidente. Estos individuos han utilizado su posición para nominar a personas más por sus conexiones que por sus logros, relegando el mérito deportivo, que debería ser el pilar de las nominaciones, a un segundo plano.

Aunque ser parte del Salón de la Fama es un reconocimiento significativo para cualquier deportista, el proceso se ha distorsionado, privilegiando a aquellos con amistades dentro del comité. Esta práctica ha dejado fuera a muchos atletas merecedores, quienes han representado dignamente a Culiacán, Sinaloa, e incluso a México, durante años.

Un ejemplo se dió el año pasado, al querer  excluir a dos mujeres con merecidos logros, en favor de los compadres de los miembros del comité. Esto refleja un patrón preocupante: la inclusión en este recinto de honor se ha convertido en un ejercicio de complacencia de egos y favores personales.

Otro ejemplo es el caso de Víctor Álvarez, exjugador de Grandes Ligas, quien no fue considerado este año, a pesar de su impresionante carrera. Mientras tanto, en ediciones anteriores, jugadores activos como Oliver Pérez fueron inmortalizados, aunque su proceso de selección dejó dudas sobre la transparencia, manejando el reglamento a su antojo, porque en ese momento, no podía ser inmortalizado.

También se sabe que el comité el año pasado consideró excluir a una gran deportista para dar ingreso a un compadre de un integrante del comité, quien además anduvo organizando “Comidas” para que votarán por él. Estos actos reiterados no solo violan el reglamento, sino que también desvirtúan el propósito del Salón de la Fama.

Y, en referencia en esta edición, se dejó fuera al periodística Enrique Santoyo Amaral, quien se desempeño por varios años como cronista deportivo, trabajando y narrando juegos de béisbol en Televisoras Grupo Pacífico, hoy TVP, siendo director de la sección de Deportes en el Periódico Noroeste. Además de desempeñarse en diferentes áreas del deporte en el Instituto Sinaloense del Deporte y el Club Dorados de Sinaloa.

En su lugar, el comité elector favoreció a un viejo jefe de varios integrantes, quien les dió trabajo en el periódico El Sol de Sinaloa, el columnista de local José Luis Téllez, quien carece de tener más de 20 años como cronista deportivo como lo establece la convocatoria.

Ojalá el comité lector recuerde que el verdadero propósito del Salón de la Fama es honrar a aquellos que han dedicado su vida al deporte, no a quienes buscan un reconocimiento fácil.

Nos leemos en otra ocasión.

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