En los últimos días, hemos sido testigos de la candidatura de Paloma Sánchez por el frente amplio. Se decía que su falta de reconocimiento y supuesto recorrido podrían ser ventajas para su carrera política. Sin embargo, la realidad ha demostrado lo contrario.
Desde el principio, Sánchez se presentó como una figura dura y directa, criticando a los morenitas y a aquellos que, según ella, habían traicionado al priismo al unirse a Quirino Ordaz. Sus seguidores creían que su juventud y sus ideas frescas serían la clave para impulsar su campaña. Pero, lamentablemente, todo ha sido una farsa.
La falta de ética y la doble moral de Sánchez han quedado al descubierto. Jamás se molestó en visitar su estado ni en establecer contacto con la militancia. En lugar de cumplir su promesa de regresar la democracia al partido, se dedicó a pelear con todos aquellos que no compartían su visión. Parece que la soberbia y la arrogancia son sus principales cualidades.
Pero eso no es todo. Sánchez ha traicionado a sus pocos seguidores al mostrar una clara campaña adelantada, llena de espectaculares por todas partes. Parece que su falta de capacidad y la de su equipo la llevaron a recurrir a tácticas desesperadas para ocultar su incompetencia. Y lo más irónico es que aquellos a quienes ella pedía expulsar del PRI son los mismos que ahora hacen campaña a su favor. ¿Cómo se puede confiar en alguien así?
Es evidente que Sánchez ha vendido su oportunidad de ganar en las urnas. Ha entregado su supuesta lucha por el senado a cambio de favores y apoyos. Es triste ver cómo el PRI, que ya estaba en una situación complicada, sigue hundiéndose aún más con personajes temporales y sin verdadero compromiso.
Es hora de dejar de lado a estos líderes de pacotilla y buscar a aquellos que realmente representen los valores y principios del partido. El PRI necesita líderes comprometidos con el bienestar de la sociedad, no con sus propios intereses. Es momento de un cambio real y profundo en el partido, para poder recuperar la confianza de los ciudadanos y volver a ser una opción sólida y confiable.
La derrota parece ser el destino inevitable del frente amplio en su carrera por la senaduría. Es momento de reflexionar y replantear estrategias. El PRI merece más que esto. Merece líderes que trabajen por el partido y por el país, y no por sus propias ambiciones.
Es hora de tomar decisiones valientes y responsables. La derrota no es una opción, pero para evitarla, es necesario un cambio real y profundo en la forma de hacer política. El futuro del PRI está en juego y es responsabilidad de todos los militantes y simpatizantes luchar por un partido fuerte y comprometido con la sociedad.
La columna original puede ser leída como un boletín de prensa, pero en esta versión más crítica y directa, se busca resaltar los puntos negativos y las acciones cuestionables de Paloma Sánchez y el frente amplio. Se enfatiza la falta de ética, la traición a sus seguidores y la necesidad de un cambio real en el PRI.