ATOLE INDÍGENA Y EL GRUPO B

En la sesión ordinaria del jueves próximo pasado, se concluyó el proceso que, en el Congreso de Sinaloa, correspondía para reconocer la importancia de las comunidades indígenas al darles la oportunidad de ser parte de los ayuntamientos, con acceso a expresar lo que consideren necesario se debe hacer por justicia, y tener la opción de votar a favor o en contra de las opciones que se presenten en los municipios que corresponda.
Después de una interesante discusión, en la que destacó la participación de la Diputada sin partido, Deisy Judith Ayala Valenzuela, quedó claro que la decisión había sido tomada desde un principio y no había manera de que se hiciera ninguna consideración al respecto.
Los argumentos eran convincentes. De nueva cuenta aparecieron las Diputadas coherentes, que no han cambiado su postura, a pesar de las consecuencias que, en sus propias palabras, saben que han de sufrir. Oponerse a la dictadura siempre tendrá repercusiones y en una tiranía, como la que se vive en la actual Legislatura, claro que las habrá.
Esta nueva forma de conducir el poder legislativo, en lo que se supone debería ser un derroche de democracia, bondad y humanismo, ha llegado al cinismo de tener grupo parlamentario mayoritario “A” y “B”.
Con el cuento de crear espacios de participación para quienes se declaren sin partido, se modificó la ley orgánica para dar paso a un Grupo Plural que, de entrada, debería aplicar para la LXV, ya que la LXIV tomó protesta bajo la norma de que los grupos parlamentarios se forman en la segunda sesión del primer período ordinario de sesiones.
Además de la condición de que “Por ningún motivo podrán formar Grupos Parlamentarios independientes por ser ésta una prerrogativa conferida a los Partidos Políticos”.
Por supuesto que también es una burla decir que hay un “Grupo Parlamentario Plural” cuando los 7 que lo integran fueron presentados, por el Gobernador Rocha, como parte de Morena. El grupo plural de los morenistas, el grupo “B”. Sobre las razones de cada uno para caer a ese nivel, es para otra ocasión.
Es importante recordar que los argumentos para no reducir la cantidad de diputados, de 40 a 30, tuvieron que ver con que los votantes requerían ser representados. Dígame usted quien representa a los 358,313 que votaron por el PRI y a los que votaron por el MC y por el PAN. Los desvergonzados que llegaron por la vía plurinominal, y renunciaron a su partido, debieron abandonar el cargo y permitir que lo tomara alguien que represente a sus votantes.
No necesitamos un Congreso de 40, eso queda claro.
Volviendo al tema del voto indígena, quedó mucho por revisar. Insisto en que lo más prudente era regresar el dictamen a las comisiones para que, con tiempo y verdadero análisis, se consideraran las condiciones en las que se debe abordar este asunto, además de darle un vistazo a lo hecho en Sonora y Coahuila.
¿Sirvió de algo lo decidido y votado la semana pasada? Absolutamente de nada. Como es costumbre con este Congreso Morenista.
Como los 20 millones asignados al “Triángulo de la Bondad”, como quitarle la patria potestad al feminicida, como nos han acostumbrado con su necedad.
Finalmente, convirtieron a los indígenas en participantes VIP de los Cabildos, lo mismo que podían hacer en un Cabildo Abierto.
Sin embargo, hay que reconocer que existe razón en un sentido. El haber dado paso a un regidor indígena, siendo electo bajo los usos y costumbres de su propia comunidad, habría abierto una puerta difícil de cerrar o siquiera emparejar.
El derecho a ser votado se rige por las condiciones que marca la constitución y la ley electoral. Generar una figura distinta, para un grupo vulnerable, nos llevaría a la anarquía del sinnúmero de figuras de elección, sería una locura. En eso tienen razón, bajo la óptica de lo revisado hasta el momento.
Hay otro detallito que parece importante considerar. Aun cuando los plazos para hacer modificaciones o adecuaciones a las normas correspondientes a los procesos electorales ya se vencieron, lo aprobado por el Congreso de Sinaloa no forma parte de dicho asunto ya que lo que elegirán las comunidades indígenas no será un regidor, no será un funcionario público, no será parte del ayuntamiento.
Todo lo discutido y argumentado en las sesiones que dieron paso a la aprobación del Dictamen 569, solo sirvió para una cosa, para nada. Es más atole con el dedo, una ilusión de justicia social. Eso creo yo.