Les cuento, mis niños, que entre mis lectores está un canijo que tiene agencias de viajes y me dice: “oye Reatón, ¿no te quieres ir de vacaciones?” Y como yo no soy nadie para depreciar un goyete de esa magnitud, dije: “vámonos”, pero antes pregunté si es todo incluido. Va, te apoyo aceptando, jajaja.

Pues resulta que me fui a un hotel muy famoso en las riberas nayaritas, un mentado Paradise Village. Llegando fue un desmadre para registrarse, y eso que ya venía pagada la reservación. Los que atendían tenían una cara de culo peor que un despachador de segunda caja del Oxxo. Dije: “este hulero me la ve querer aplicar porque ya me vio con cara de pobre”. Y qué me pongo listo y le digo: “soy la Reata, mejor conocido como el Lic. Trinquetes, así que entrale, cabrón”. Como sea, me chingo con 3 mil pesos que se depositaron por si me robo una toalla o el control de la TV, la cual solo la vi como un minuto porque todos los programas son en inglés. Pues me bajo y digo: “voy a comer de goyete”. Una fila como si fuera para las tortillas, todos los gringos borrachos enojados porque hace un mendigo calorón y tardaron como una hora para darte la cheve y otra para darte de tragar. Al final, después de casi 3 horas, digo: “un cigarro para bajar avión”. No pinches mames, está prohibido fumar en todos lados, solo tienen una isla donde pega más culero el sol. Dije: “aquí se hace carbón el mendigo goyo”.

Ya estaba yo con el sol a todo lo que da y llega un compa al lugar de los despreciados renegando del hotel. Ya en la plática y con unos alcoholes, me dice: “soy funcionario de Aguascalientes, el pinche peje está loco”. Entre mí, dije: “tú estás igual, nadie te preguntó”, jaja. Y que nos agarramos con el mitote, empieza a decir que su municipio, Jesús María, está en la cima hablando de recaudación y remata diciendo: “la Tere Jiménez es mi amiga, ella sí trabaja”. El Marfil Orozco perdió el piso y valió madre, se le subió al pendejo. Y claro, rápido le pregunto por mi amigo Carlos Lozano, ese cabrón borracho o cocodrilo que hizo que el pri se fuera a la mierda. En ese momento llegó un empresario de Jalisco y empieza el pleito por dónde está más feo el calor, en Aguascalientes o Sinaloa. Pues el hidrocálido decía que se estaban quemando, pues habían llegado a los 30 grados y que el calor seco era más feo. El buen amigo charro le dijo: “amigo, por qué me lo chingué con 3 cervezas”. Le dice: “que estás pendejo, deja te de mamadas”. Yo, como buen grillo, nada más volteaba para un lado y para el otro. Terminaron conociéndose en 2 cosas: el hotel vale y AMLO no sirven, eso dijeron. Ahí me despedí y les dije: “ya me voy a dormir para agarrar pilas mañana, quiero pistear hasta que me cague”.

Al otro día llega solo el charro, el hidrocálido pasó y ni saludó. Se veía que la mujer le puso una madriza por llegar tarde al cuarto. En eso llega una pareja de Chihuahua, ganaderos, y rápido la queja del hotel y bolas también del peje, que si regala dinero a lo pendejo, que ojalá sea la candidata Claudia para que le gane a Xóchitl. Del coraje casi se infarta el amigo y le dice: “vámonos, vieja, ya me enojé”. A los minutos llega un aficionado al béisbol y al ver mi casaca de Venados que me regaló el negro, me dice: “yo soy primo de Adrián Manzano”. Rápido, ya saben, la Reata le dice: “en Sinaloa está el mejor béisbol, aquí en la Liga de Verano, puro jodido”. Dije: “que se armen los chingadazos”. El pedo fue que el viejón dijo: “tienes razón”. Dije: “mi madre, hay que pelear”. Y le digo: “en mi tierra están los mejores jugadores”. Y me dice: “tienes razón”. Dije: “ya me chingo este cabrón”. Lo que no sabía es que me diría: “¿cuánto quieres por la casaca?”. Terminé regalando, le dije: “te quiero, viejo, pero dame la guayabera”, jaja. Confieso que me queda como ombliguero, pero la guardaré en honor al cabrón que respeta la Liga Mexicana del Pacífico. Y así fue mi estancia en la isla de los fumadores. Pues ahí pasé el 90% de mi tiempo entre gringos que no sé si me mentaban la madre o me saludaban.

Ya el último día, estamos los 5 nuevos amigos sentados echando humo y platicando de nuestras experiencias en el hotel. El charro nos cuenta que se encontró con un grupo de mariachis y terminó cantando hasta el amanecer. El ganadero de Chihuahua nos cuenta que se encontró con unos vaqueros y terminó montando toros mecánicos toda la noche. El aficionado al béisbol nos cuenta que se encontró con unos jugadores profesionales y terminó jugando un partido improvisado en la playa. Y yo, la Reata, les cuento que me encontré con un grupo de turistas canadienses y terminé enseñándoles a bailar música regional mexicana.

Nos reímos y brindamos por las aventuras vividas en ese lugar. A pesar de los contratiempos y las quejas sobre el hotel y el calor, nos dimos cuenta de que lo importante era disfrutar de la compañía y de las experiencias que nos brindaba el lugar.

Al final, nos despedimos con la promesa de mantenernos en contacto y de volver a encontrarnos en algún otro lugar para seguir compartiendo nuestras historias y risas. Y así, cada uno regresó a su vida cotidiana, con la satisfacción de haber vivido unas vacaciones inolvidables.

Y así, mis niños, termina mi historia de vacaciones en el Paradise Village. A pesar de los contratiempos, siempre hay algo positivo que rescatar de cada experiencia. Y recuerden, lo más importante es disfrutar del momento y de la compañía de aquellos que nos rodean. 

¡Hasta la próxima, mis queridos lectores!