Integrantes de “Mujer, conservando raíces” decidieron en 2010 comenzar con la crianza de grana cochinilla para conservar la creación del color rojo natural
El color rojo natural conserva su esencia prehispánica en el municipio de Hueyapan, estado de Puebla, donde un grupo de mujeres preserva la crianza, tratamiento y utilización de la grana cochinilla (Dactylopius coccus), un insecto que proporciona tintura roja de manera natural.
Integrantes de la organización “Mujer, conservando raíces” dedicadas al bordado de prendas de manera artesanal, decidieron en 2010 comenzar con la crianza de este animalito que usaban sus padres o abuelos para pintar los lienzos en los que comenzarían a plasmar sus ideas.
La producción de la cochinilla solo se da dos veces por año, proceso que se realiza de manera manual, por esta razón el costo de la venta del colorante en polvo y las prendas elaboradas puede ser elevado.
Es en un invernadero donde comienza el trabajo donde se colocan nopales (cactus mexicano), que hospedan a la grana cochinilla, un insecto parásito del nopal, debido a que estas se adhieren estos insectos para incubar sus huevecillos, para que cuando estén grandes sean retiradas y tratadas.
Todo empieza con la preparación del nopal que es colocado en unos tendederos (colgantes) donde estarán seis meses antes de ser cosechada, son supervisadas de manera constante, una vez que esta llenas de puntos blancos con una cuchara metálica y una charola se comienza a raspar de manera lenta cada nopal para hacerlas caer, es un proceso tardado para evitar que se dañen y se revienten.
Una vez que están en los recipientes se colocan en un colador para cernir los huevos en nopales verdes y se adhieran para producir más grana cochinilla y comenzar el proceso una vez más.
Después de que están separadas estas pierden la vida de manera natural y son llevadas al proceso de molido, el cual se realiza con un metate para hacerlas polvo y que queden de tono rojo.
El proceso final se prepara agua con piedras de sal de alumbre y tequesquite que ayudarán a fijar el color natural en la lana, pueden crearse más de 15 tonalidades con la misma tinta, debido a que depende de la temperatura del agua, es decir, si está tibia, fría, hirviendo o a temperaturas distintas, por lo que puede verse rojo, vino, rosa, palo de rosa y rojos intensos.
Rosa Hernández Lucas, productora de grana cochinilla contó a EFE que lleva 13 años trabajando este insecto y se ha convertido en su fuente de ingreso familiar, de manera conjunta con siete mujeres que se dedican al bordado de prendas.
Refirió que son pocas las personas que valoran el trabajo que se realiza, por esta razón cuando ven los precios “quieren regatear” (pedir rebaja en el precio), ya que se les hacen elevados”, sin embargo aseguró que “hay personas que una vez que se les explica el trabajo compran las prendas, sin importar el costo“.
Explicó que hay piezas de 300 pesos como bolsas, cubrebocas, porta celulares, así como de preciso más elevados, 2 mil pesos (116 dólares) que pueden ser chalinas y blusas.
Mientras que los suéteres alcanzan hasta los 4 mil pesos y los trabajos con mayor valor son los chales o rebozos que miden 2 metros de largo y 80 centímetros de ancho que alcanzan los 12 mil pesos y se tardan aproximadamente un año en su elaboración.
En tanto, Alma Rosa Martínez Hernández, hija de la productora aseguró que se siente “orgullosa de saber trabajar un arte prehispánico” y que se lo ha enseñado su madre, por lo que también quiere que prevalezca esta tradición y mantener vivas las raíces de su municipio.
“Conocer el proceso que se realiza me hace sentirme muy orgullosa, debido a que al conocer el trabajo a profundidad, la labor de las manos artesanales que tiene su madre y la gente del municipio que la vio nacer”.