¡Hola, mis queridos lectores! Aquí estoy, la Reata vengadora, para contarles todas las peripecias que viví en mi reciente visita a Mazatlán. Y déjenme decirles, ¡fue un fin de semana de lujo!

Resulta que me enteré de un goyete en el puerto, así que no pude resistirme y me hospedé en el famoso Hotel Varali, justo enfrente del emblemático Valentinos en el malecón. ¿Y qué creen? ¡Me dieron la habitación de gorra! ¿Qué más puedo pedir en la vida? Jeje.

Pero antes de comenzar mi entrevista con el querido “Memo” Romero, sí, así le digo porque ya es casi mi hermano, tuve que asegurarme de que el café y el pan fueran gratis. Y cuando me confirmaron que sí, me lancé a disfrutar sin medida. ¡Qué bendición!

Y ahí estaba yo, en plena entrevista, cuando surgió la pregunta del millón: ¿Si Marcelo Ebrard se va para otro Laredo, “Memo” se iría a apoyarlo? ¡Casi me atraganto con el bistec que estaba degustando! Y luego, le preguntaron qué cargo le gustaría si no fuera la alcaldía. Y el señor respondió sin pelos en la lengua: “Ni madres, o es la alcaldía o nada”. ¡Este tipo es mi ídolo! Pedí una cena para llevar, porque “Memo” es como una lisa enjabonada, ¡no puedo dejar de admirarlo! 

Pero la diversión no terminó ahí. Al día siguiente, me enteré de que habría una mesa de análisis con el alcalde Edgar González. Y yo, siempre dispuesta a ayudar, me ofrecí a cargar las cosas para un regordete al que le dicen “La cochi Guera”. ¡Hasta le saqué un agua para quitarle la cruda! Y en la entrevista, las preguntas se pusieron picantes. Le cuestionaron por qué corrió a los que asistieron a sus eventos, y él respondió: “No mamen, cuando vino Adán hasta las cortinas bajé”. Y cuando le preguntaron si quería repetir en la alcaldía, ¡dijo que sí! ¡Esto se va a poner bueno entre Romero y él! Y si se suma José Luis Arreola, ¡mejor aún! Aunque ese cabrón no dará ni en defensa propia, pero me cae bien. Aunque me da coraje cuando anda de ofrecido y luego lo mandan a la chingada. Jajaja.

Y para cerrar con broche de oro, al terminar la entrevista, llegaron unas gorditas de pulpo y un ceviche bien perrón, ¡acompañados de tres cocas de dos litros! Sin duda, este fue el goyete de mi vida. Y lo mejor de todo, ¡todos se fueron y mi hermano Memo Romero me dejó un día más en el mejor hotel, el Varali! ¡Ajuaaa!

Así que, mis queridos lectores, Mazatlán fue testigo de mi paso triunfal y de un fin de semana lleno de sarcasmo, diversión y comida gratis. ¡Hasta la próxima, y que viva la Reata vengadora!