“No es lo mismo ser borracho que cantinero”, dice el dicho, y esto quedó evidenciado hoy en el congreso del estado. Por primera vez, presencié cómo aquellos que antes gritaban fueron callados por silbatos y gritos, al punto de tener que abandonar sus labores por un momento. Según recuerdo, es la primera vez que le toca a los diputados de Morena, que son Feliciano y otros 34 más. Sí, faltan algunos, pero según yo, ellos son los único que aún no siguen el juego.

Resulta que hoy, después de varias sesiones sin asistir, me animé a ir al congreso. Al llegar, se notaba cierta tensión, y no es para menos, ya que en las primeras filas había varios manifestantes que portaban cartulinas exigiendo que cumplieran con algunas promesas que les ofrecieron, hasta ahí todo parecía ir bien, pero al voltear al pleno, ¡sorpresa!, no se alcanzaba el quórum, ya que no había nadie de Morena. Esto hizo que muchos amigos de la prensa prestaran atención, sabiendo que algo estaba pasando. Los diputados entraron corriendo a la checada y hubo 2 ausencias motivadas por la visita del señor del paraíso, Adán, claro, el vocho desvielado, y la reina de la lealtad, Deysi Ayala.

La asamblea inició tarde y al estilo de la última legislatura priista. Los gritos y silbatos fueron tantos que obligaron al presidente de la mesa directiva a informar que se iba a un receso, ya que fue imposible desarrollar la sesión. Rápidamente, adecuaron el salón de los constituyentes, creo que así se llama, para poder seguir haciendo como que trabajan. Pero no fue normal, ya que todas las puertas estaban bajo llave y solo se permitía el ingreso con la aprobación previa de algunos que mandan en el congreso.

Y claro, esto hizo recordar cuando a la legislatura priista encabezada por Irma Tirado a la cual le aplicaron lo mismo, evitando así que se subiera a legislar. Maíz, monedas, billetes y silbatos no faltaban, y saben que muchos de los que hoy fueron prácticamente corridos de sus curules, apoyaban y decían que el pueblo había tomado el poder, y que eso era el inicio del fin de esa legislatura sin trabajo, que afectaba al pueblo. Pero en esta ocasión, callaron y olvidaron para qué fueron elegidos. Así nos hace recordar que “no es lo mismo ser borracho que cantinero”, ya que hoy les tocó estar tras la barra y aguantar el disgusto, aquellos que hace años eran la voz del pueblo y que hoy se cansaron de aguantar falsas promesas.

Cuando la presidenta de la Comisión de Vivienda se acercó a preguntar en qué podía ayudar, la respuesta fue rápida y precisa: “Queremos hablar con el que manda, no con usted”. Personalmente, no me había tocado presenciar esto, y mucho menos en la era de Morena.

Espero que esta situación sirva como una lección para los diputados y los motive a reflexionar sobre su papel como servidores públicos. El pueblo merece transparencia, honestidad y compromiso por parte de sus representantes. No podemos permitir que se olviden de sus responsabilidades y que actúen en beneficio propio.

Ansío que esta experiencia sirva como un llamado de atención para todos los diputados y que se comprometan a cambiar su actitud y a trabajar de manera efectiva en beneficio de la sociedad.

En resumen, la situación vivida en el congreso del estado demuestra que “no es lo mismo ser borracho que cantinero”. Los diputados han sido callados y silenciados por los manifestantes, lo que demuestra su falta de compromiso y su incapacidad para representar al pueblo. Es necesario recordarles a estos diputados que fueron elegidos para trabajar en beneficio de la sociedad y no para satisfacer sus propios intereses. El pueblo merece representantes comprometidos y dispuestos a escuchar y atender sus demandas.