Las visitas de Camilo a la casa del abuelo eran recurrentes; De manera continua el tipo se convertía en el inquilino incómodo de aquel humilde hogar.
En la casa, de sobra era sabido que Camilo era un hombre de buen corazón, pero también de un diente filoso y letal para el tema de la tragazón.
Nunca el tipo, presentó un inconveniente para aceptar el menú que se le ofertara en la humilde casita de mi ranchito querido.
Y nunca tampoco, le hizo un puchero, y menos una mueca al plato de frijoles en agua y sal con tortillas de nixtamal que normalmente se le ponía en la rústica mesa de madera de aquella vivienda.
Eso sí, “Milo” siempre solicitaba como guarnición un pedazo del popular alimento endulzado, cuyo nombre original para muchas y muchos es hoy una auténtica grosería, por lo que en aras de evitar una sanción moral, le llamaré piloncillo.
“Este jodido come bien y tupido”, decía mi Tata cuando observaba la manera en que el visitante devoraba sus alimentos.
Pariente en segundo grado de mi abuela, Camilo llegaba siempre, como antes señalé, de improviso.
“Hay confianza con mi Tía “Corne”, argumentaba sonriendo nuestro personaje, dejando evidencia del grado de inocencia que padecía.
Y si Camilo hacía su aparición en nuestra vivienda, sin importar la fecha ni hora del día, mucho menos podía haber faltado en el festejo de cumpleaños del abuelo.
Apenas amanecía en la fecha de aquel onomástico, cuando la presencia de “Camilin” se dejó sentir en el pórtico de la rústica casita de adobe.
“Tía, aquí voy a poner el veliz (caja de lámina que hace las veces de maleta) informó “Milo” a mi Nana, al tiempo de depositar su equipaje a un lado del palo del molino.
Aquella mañana la faena en la casa inició más temprano que de costumbre con las labores, debido al destace del animal que más tarde, dentro de un agujero construido en el suelo del patio se convertiría en la barbacoa del festejo.
Lo interesante del asunto, es que el animal que esa mañana se destazó no era chivo, ni borrego, y mucho menos un becerro o alguno de los puercos que mi Nana criaba en un lodoso chiquero.
Tampoco se trataba de liebres, conejos, tacuaches, armadillos, ardillas ni tejones.
La verdad es que el animal que ese día iría a parar al agujero de la tatema, sería el bravo y enorme, pero ya viejo “caporal”, nombre impuesto al perro de nuestra casa, que había muerto apenas la noche anterior.
“El mejor amigo del hombre”, como mejor se le conoce al perro, había muerto por el impacto de una terrible patada en su cabeza, que un burro en celo le propinó, cuando lo atacó en el preciso momento en que el enamorado jumento le hacía los honores a su compañera sentimental.
“Pues ni modo viejo, se nos murió el Caporal”, expresó de manera lacónica la abuela, al tiempo de recomendarle a su marido llevar el cuerpo del animal a enterrar rumbo al río.
“Estoy pensando que no voy a enterrar al perro, sino mejor destazarlo y completar la carne pa’ la barbacoa del festejo” respondió el abuelo.
Y así lo hizo; Varios fueron los comensales que se chuparon los dedos con los ricos platillos que se sirvieron en aquel ya lejano aniversario de mi travieso y recordado abuelo.
Lo malo de las cosas, es que, cuando aún quedaba media tinaja de barbacoa, llegó el buen Camilo, con la cola del perro en una de sus manos.
¿Y eso Milo?, increpó indignado el cumpleañero al inocente individuo.
“Es la cola del perro tío, la sacó un gato de donde la enterramos”, respondió con singular franqueza el también inolvidable Camilo.
Tras la evidencia mostrada por “Milito”, y ante la sospecha de haber comido carne de perro, los comensales salieron corriendo, renegando y bastante asustados por lo que pudiera generar la inoportuna información recibida.
LA METAFORA.- En México, en el anuncio del contagio de COVID-19 del Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, fue incluido un dato a todas luces innecesario, pero que, por inoportuno, puede ser muy revelador de la realidad que se vive en torno a su estado de salud.
Los asesores de AMLO incluyeron en el texto del twitter informativo unas palabras que pudieran ser reveladoras y desde luego caldo de cultivo para quienes siguen de cerca, ésta que es periodísticamente, la nota del momento en el País.
Del mensaje electrónico del mandatario nacional, recojo solo el fragmento que me parece de gran relevancia, ya que desde mi perspectiva, ha sido un factor de peso para generar especulaciones, falsos rumores, y desde luego mucho temor por la salud de nuestro Presidente.
El fragmento en referencia es el siguiente; “Ni modo amigas y amigos; Salí positivo del COVID -19. No es grave. MI CORAZON ESTA AL 100”, expresa parte del polémico mensaje presuntamente publicado, pero sí, asignado a López Obrador.
LA PREGUNTA.- ¿Y por qué ese fragmento del mensaje informativo de AMLO para los mexicanos habría generado comentarios y especulaciones diversas en torno al estado de salud del ejecutivo federal?.
LA RESPUESTA.- Por la razón de que el contagio de COVID 19 hasta donde se sabe, nada tiene que ver con problemas del tipo cardiovascular.
Por eso la segunda pregunta; ¿Para qué informar al pueblo de México que el Presidente se encuentra al CIEN de su corazón, si ahí mismo se deja asentado que su problema es el COVID?.
Insisto, ese dato impuntual, da pauta a la especulación, y margen también para pensar que los desorientados voceros se quisieron curar en salud, pero con el costo de hacernos pensar que el mal de Andrés Manuel va más allá de un COVID 19.
Ante los hechos aquí narrados, no puedo menos que comparar el error que cometió CAMILO el personaje inicial de ésta columna, con los promotores del famoso Twitter del Presidente.
Camilo con su imprudencia, mostró irresponsablemente la evidencia de la barbacoa alterada por mi abuelo.
Y los voceros, cayeron en el grave error de querer aclarar algo que nadie en esos momentos les estaba cuestionando.
Mientras tanto, expongo de manera pública mis deseos de estar equivocado en mi apreciación, y esperar que de un momento a otro nuestro Presidente aparezca de nuevo en el escenario político, contento y radiante de salud, anunciando que está listo para seguir gobernando al País de sus amores…Nos veremos enseguidita.