México termina 2022 superando la cifra de las 109 mil desaparecidos, una realidad que obliga a los colectivos de familiares a salir a buscar a sus seres queridos en la tierra con el temor de perder su propia vida en este intento.
Quienes conforman las decenas de colectivos de búsqueda en el país han recibido amenazas de muerte o intimidaciones de presuntos miembros del crimen organizado, una realidad que se repite en Jalisco, el estado con mayor número de casos de desaparición y en otros lugares de la república.
El colectivo Madres Buscadoras de Sonora ha visitado esta entidad el último año para ayudar en la localización de fosas, en varias ocasiones con la negativa de protección de las autoridades estatales.
Su coordinadora Cecilia Flores solicitó en noviembre pasado el mecanismo de protección del Gobierno federal tras ser amenazada de muerte.
El colectivo Luz de Esperanza hace búsquedas en campo en Jalisco para localizar fosas desde hace casi dos años. En septiembre pasado y tras localizar tres cuerpos en el municipio de Tlaquepaque la Comisión estatal de búsqueda se negó a seguir los trabajos de excavación y a resguardar el área.
El peligro es mucho, es continuo, ha habido ocasiones en que está toda la gente buscadora dispuesta o buscando y la protección (de los cuerpos de seguridad) no llega, incluso se ve la gente maleante que anda rondando en plan de amenaza y protección no llega, realmente estamos desprotegidos y expuestos”, dijo Javier González, miembro del colectivo.
González busca desde hace seis meses a su hijo Ronaldo González, desaparecido en el municipio de Tonalá. Para esclarecer su caso han tenido que investigar por su propia cuenta debido a que la Fiscalía General de Jalisco “les da largas y ninguna respuesta”.
“Los grupos de buscadores son los que encuentran, porque por parte del Gobierno no hay búsqueda, no hay apoyo”, recalcó.
Esfuerzo propio
De acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), de la Secretaría de Gobernación, en el país hay 109 mil 171 desaparecidos.
Jalisco es el estado con mayor número de casos con 15.039 al corte del 17 de noviembre, seguido por Tamaulipas con 12 mil 460 y el Estado de México con 11 mil 880 casos.
Guadalupe Ayala Contreras, miembro de la organización Familias Unidas por Nuestros desaparecidos en Jalisco y madre de Alfredo Ezequiel Campos, desaparecido en septiembre de 2019, contó a EFE que el joven fue encontrado en fragmentos dentro de una fosa clandestina en febrero de 2020.
El tatuaje en un antebrazo mostrado por los peritos forenses le dio la certeza de que se trataba de su hijo. Por más de 18 meses tuvo que insistir al Servicio Médico Forense (Semefo) para recuperar las otras extremidades, algunas de ellas entregadas en bolsas de plástico. En enero pasado pudo sepultar el 99 por ciento del cuerpo de su hijo.
Su experiencia la llevó a ayudar a otras 56 familias a identificar y recuperar en fragmentos a sus desaparecidos, debido a que el crimen organizado los inhuma envueltos en bolsas dentro de las fosas clandestinas.
Ayala aseguró que los familiares de personas desaparecidas se enfrentan a la insuficiencia de recursos humanos por parte de las autoridades estatales, que las obligan a tomar pico y pala para buscar en las fosas y a exigir a Semefo que identifique los cuerpos que logran recuperar y no los deje en la morgue por años.
Afirmó que el rezago en el Semefo se cuenta por miles de cuerpos, pues las autoridades están rebasadas no solo para recuperar los cuerpos sino para identificarlos y entregarlos a sus familiares.
Jonathan Ávila, especialista en desaparición de personas en el Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo, en Jalisco, afirmó que debido a la saturación de las fiscalías y los servicios forenses entre más tiempo tarde un familiar en encontrar a una persona desaparecida, menos son las posibilidades de encontrarla.
Se pierden muchísimas pruebas en el proceso, muchos indicios, las familias son quienes los recogen y cuando los llevan a las autoridades no los toman en cuenta, el principio de la localización con vida es relevante pero también la desesperanza de las familias les ha llevado a entender que han pasado tantos años que es posible que no lo logren”, sentenció.
Ante ello, los colectivos son obligados a salir a campo a buscar como la única opción para avanzar en su caso, pero a la vez poniendo en riesgo su vida.
“Este año nos demostró que la seguridad de las familias es primordial, ha habido múltiples asesinatos de familias que buscaban a sus seres queridos y también esa violencia silenciosa y agresiones, las amenazas directas que vienen después de las búsquedas o desde las propias instituciones que algunas están coludidas”, concluyó.
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