En una entrevista que realizamos en las instalaciones de la Cámara de Diputados en San Lázaro, la Diputada sinaloense Ana Ayala, de Morena, nos declaró que los Organismos Públicos Locales Electorales, como es el IEES en nuestro estado, no hacen nada durante el lapso en el que no hay proceso electoral, y solo generan gasto. Que comentario tan lleno de desconocimiento, para no decir de ignorancia.
Queda claro que no se ha acercado a preguntar o investigar, de manera personal y presencial, lo que sucede durante esos meses en que no hay una elección en puerta o en proceso. Que, de entrada, no es tanto tiempo. Pero solo los que desconocen el quehacer diario se atreverían a afirmar tal cosa como si fuera cierto. Quién sabe en dónde o a quién se lo escuchó y ni se molestó en investigar. Una forma de actuar que ya no sorprende. Se repite demasiado.
Además de la organización del proceso electoral, los OPLES realizan las tareas de fiscalización de los gastos ordinarios de los partidos, las precampañas y campañas, la capacitación electoral de los funcionarios de mesas directivas de casilla, así como el seguimiento a la implementación y operación de los resultados preliminares; encuestas o sondeos de opinión; observación electoral; conteos rápidos; impresión de documentos y producción de materiales electorales de los procesos electorales locales.
De forma paralela al desarrollo de las elecciones locales, se responde a situaciones particulares, tal es el caso de la revisión de los requisitos que deben cumplir las organizaciones interesadas en constituir un partido político estatal, tales como la realización de asambleas y el número de afiliaciones, con la revisión de nombre por nombre, firma por firma, credencial por credencial, etc.
Son muchas las labores que los OPLES realizan de manera cotidiana, ya que la construcción de la democracia es una tarea continua, no se limita a la organización y realización de las elecciones, abarca diferentes aspectos de la vida política e involucran la participación de otras instituciones, de partidos y actores políticos, así como de la sociedad civil.
Las tareas de los OPLES contribuyen en la cimentación de una cultura cívica y democrática, para establecer las condiciones que permitan llevar a cabo procesos electorales eficaces, y buscan fortalecer la confianza de la ciudadanía en las instituciones electorales y las elecciones y con ello fomentar la participación ciudadana en los procesos democráticos.
Entre las muchas acciones que se realizan en periodo no electoral, están los concursos de cartel, de cuento, de dibujo, de cortometraje y de ensayo, que van dirigidos a niños, jóvenes y adultos; estudiantes de todos los niveles, profesionistas e incluso especialistas en el tema electoral.
También se busca que los jóvenes desarrollen confianza en los procesos de elección apoyándolos en las votaciones para la selección de los dirigentes de las sociedades de alumnos. En las que también les permiten la experiencia de utilizar la urna electrónica, de uso común en las democracias consolidadas.
Declarar que los OPLES no hacen nada fuera del periodo electoral es como decir que el arquitecto no hizo nada hasta que se colocó el primer ladrillo o se coló el primer metro cuadrado de concreto.
El despertar, entender, comprender, aplicar, vivir y demandar la aplicación de los valores y principios de la democracia, es una labor que se ha desarrollado a través de los años, gracias a la labor de los OPLES, no de los partidos, menos de los candidatos. Si dependiera de quienes se postulan y buscan nuestro voto cada tres años, ya hubiéramos desechado esos principios y valores por estar fundados en la palabra de los chapulines, vividores, incoherentes que ocupan la mayoría de las curules y las oficinas de gobierno, entre los que hay muy pocas excepciones.
En el caso del INE, una encuesta reciente del periódico Reforma proyecta un nivel de confianza muy alto, un 70%. Sin embargo, dos de cada tres ciudadanos dicen estar de acuerdo o muy de acuerdo con la propuesta del Ejecutivo, de acuerdo con una encuesta de Enkoll para EL PAÍS y W Radio.
La reducción del número de diputados y senadores es el punto más atractivo para la ciudadanía, un 83% de los encuestados respalda la medida. Esto es un engaño ya que nadie, sin intereses personales, respondería que desea se mantenga o aumente el número de Senadores o Diputados, pero, en la práctica, las acciones de quienes han tenido en las manos la posibilidad de reducirlos, son distintas.
En el orden local, el caso de Sinaloa y la sexagésima tercera legislatura es un ejemplo cercano y palpable.
A propuesta de su excelencia, inmaculado y nunca bien ponderado Embajador de México en España, Quirinete; para el proceso electoral del 2021, la cantidad de Diputados en el Congreso del estado de Sinaloa disminuiría de 40 a 30, habiendo solamente 6 plurinominales, de cuota partidista, que, de haber habido una elección sin incidentes, se hubieran repartido de manera justa.
Dicha disminución no se llevó a cabo porque no quisieron los Diputados locales de Morena, o su(s) jefe(s) indicó(aron) lo contrario.
Con un poco de congruencia, pena les daría andar promoviendo una reforma en la que se plantea la disminución de Diputados y Senadores. Pero la congruencia no se les da, no se les da.
Las contradicciones que encontramos en la propuesta de reforma electoral presentada por el Presidente de México y el actuar de los políticos, especialmente los de su partido, nos hace pensar que aunque digan que el pueblo es sabio, confían en que sea todo lo contrario. Eso creo yo.