La frase “no se dejó ayudar” encierra e implica una gran cantidad de significados, que van desde acciones hasta omisiones, y en la política, más.
Esta semana ha sido de encuentros y desencuentros, de encantos y desencantos, ilusiones y desilusiones.
La novela protagonizada por Luis Guillermo “Químico” Benítez Torres y el Gobernador Rubén Rocha Moya, ha dejado una larga estela de coprotagonistas que es un encanto.
La llegada del Químico a la Secretaría de Turismo del Gobierno del Estado de Sinaloa trajo a escena la trágica actuación del Congreso del Estado, particularmente del Presidente de la JUCOPO, Diputado Feliciano Castro, y algunos de los integrantes de su comparsa.
También el drama de la burda y más que cuestionada salida de Jesús Estrada Ferreiro de la Presidencia Municipal de Culiacán.
Esta manipulación legal, política, ideológica y mediática, nos trajo a la mente lo ocurrido en la comedia de Quirino Ordaz y sus acusaciones de corrupción, junto con sus feroces detractores, hoy mansos corderitos.
Pero lo que marca la diferencia en la narrativa entre esta tragedia, este drama y esta comedia, es el que se dejó y el que “no se dejó ayudar”.
El que no se dejó ayudar continúa en el andar de lo que puede ser un muy largo proceso judicial. Simplemente para iniciar se solicitaron varios aplazamientos, imagine lo que seguirá pasando y hasta dónde puede llegar. Estrada Ferreiro no se dejó ayudar, es decir, no quiso negociar, simplemente porque la dignidad no se negocia.
Hablar de Quirino Ordaz es reconocer a un maestro de los acuerdos. Vea usted hasta dónde ha llegado el brazo del Señor Embajador; no solo ha disfrutar de su muy agradable estancia en España, con la banda incluida y enviada exprofeso para alegrarle el día, sino a seguir tomando decisiones para que no se vaya a caer su muy benéfico pacto.
Y el Químico, ya con los 2 brazos torcidos, y viendo caer la barba del vecino, decidió emular al ahora bendecido, perdonado, santificado y nunca bien ponderado embajador de México en España.
Hasta dónde llegarán las consecuencias a favor o en contra de los que sí, y el que no se dejó ayudar, se irá viendo con el paso de los meses. Pero nos queda claro que sí se vale mentir, engañar y robar, mientras se sepa negociar.
Usted déjese ayudar, flojito y cooperando, de lo demás se encargan los que mandan en el tercer piso y en el Congreso, por eso no se preocupe.
Si en este camino, de ser necesario, hay que cambiar el discurso, sin importar contradicciones; asegurar votaciones, sin importar el precio; asegurar chambas, sin importar la imagen; mover funcionarios, aunque sea de secretarios a oficialías; lo importante es dejarse ayudar. Eso creo yo.