“Jamás pensé observar que nosotros, los jodidos nos metiéramos el pie entre nosotros, unos defendiendo al poderoso y otros peleando con quienes lo defienden”
José Manuel Arredondo Chávez.
Inicie esta columna trayendo el recuerdo de mi padre, un doctor en educación quien salió de la miseria, quien entregó su vida y románticamente vivió en la medianía apoyando a quien más lo necesito; como no recordar a cuantas y cuantos jóvenes pasarían por nuestra casa convirtiéndose en hermanas y hermanos en un mismo camino que nosotros, el de la búsqueda de vivir nuestra vida, jóvenes que por sus particulares vidas tendrían dificultades para salir adelante, sobre todo en su educación, y que en la casa de mi madre, hoy encontrarían una familia aliada para apoyarles.
Ese fue mi hogar y quizá, por eso hoy me es tan difícil comprender la compleja situación que se presenta en un sin fin de escuelas del nivel básico que regresan a una nueva normalidad con una serie de precariedades arrastradas por un hecho que sin duda, marcó nuestra historia y que no solo se llevó a un padre, a amigos y demás, si no también vino a dejar en evidencia un sistema sumamente precario, pero efectivo, un sistema capitalista que nos implantó en la médula el dejar de ayudar al prójimo, el dejar de hacer comunidad y el volvernos cada vez individuos más solitarios.
Y es que no existe mayor reflejo de lo que es una escuela, que entender que es ser una comunidad, es desarrollo de un círculo de personas donde el centro de ellas es en este caso la niña y el niño, y precisamente donde las niñas y niños no sean excluidos bajo ningún motivo ya que como dice la UNICEF y cito: “La educación es un derecho básico de todos los niños, niñas y adolescentes, que les proporciona habilidades y conocimientos necesarios para desarrollarse como adultos y además les da herramientas para conocer y ejercer sus otros derechos”.
Es entonces y ante esta situación que me saltan las siguientes preguntas a raíz de más de 30 años de un sistema capitalista neoliberal que implantó la degradación del sistema educativo, ¿Quiénes realmente tienen acceso a la educación? ¿Quiénes deben tener acceso? ¿Por qué crearon programas como “escuelas al cien”? ¿Cómo puede ser posible que aun condicionen a quienes menos tienen para ingresar a una escuela de nivel básico?
Sin duda me abordan más dudas, sin embargo y repito en más de 30 años nos han implantado la idea que fue nuestra culpa, que nosotros tenemos que resolver, que la respuesta está en nosotros, y aunque se lleven a cabo esfuerzos para erradicar estos pensamientos retrogradas eh inhumanos casi nazis, estos aún prevalecen en algunas y algunos por desgracia. Y es que para nadie es nuevo ni tampoco falso que, tras estos años de pandemia, y de clases a distancia las escuelas físicamente se deterioraran y que requieran mucha más atención de parte de las autoridades.
Sin embargo, esto no es nuevo, pero si el pretexto perfecto, por un lado autoridades educativas y gobiernos que no se dieron abasto para revisar cada escuela, y por otro, las asociaciones de padres de familia, directores y directoras que fueron omisas y omisos. También en el seguimiento en este tiempo inoperante, no los culpo, teníamos otras prioridades como mantenernos con vida, pero es momento de atender la situación y cada quien hacer lo que le corresponde.
Al menos en las últimas 2 décadas el juego y el valor que se le ha brindado a las “APF” (Asociaciones de Padres de Familia) ha ido en aumento al grado incluso de estar por encima de la autoridad de directoras y directores de planteles, desde manejos de recursos, compra de bienes, artículos de limpieza, asignación de paquetes para graduaciones (fotografías, togas, salones de fiestas etc.) hasta incluso, el manejo y usufructo de las instalaciones con fines privados que se entendería serian para el beneficio de la escuela.
Lo lamentable, es que incluso ante estas situaciones, y a sabiendas que en nuestra constitución en su artículo 3º se enmarca la gratuidad de la educación de las niñas niños y adolescentes; se siga condicionando año tras año el ingreso a las escuelas a través de las “cuotas voluntarias” cobradas por los padres de familia, esto sin duda una de las mayores atrocidades que pueden cometerse hoy en día y no discuto para nada que esas cuotas voluntarias son con las cuales las escuelas ejecutan mejoras de infraestructura o compra de equipo o incluso material de limpieza -aclaro eso no está de por medio-, lo que no es válido es que se pase por encima de la constitución, y más aún, que no se atienda a una niña niño o adolescente cuando más lo necesita, miren que dejar fuera de la escuela a alguien por no poder pagar una cuota supuestamente voluntaria o condicionarla mediante un “pagaré”, hace parecer más a estas sociedades de padres de familia como tiendas departamentales que te cobran en abonos chiquitos. Para esto, tengo desde que mi conciencia me acompaña, recordando las campañas lanzadas por las autoridades educativas invitando a denunciar a las autoridades en las escuelas que cometan estos atropellos.
Por ultimo, hacer referencia a la transición que se viene gestando en este nuevo régimen, aunque por más que se hacen esfuerzos por romper los paradigmas generados en las últimas décadas de una institución educativa publica que hoy atraviesa por el fin de una etapa neoliberal que la degeneró al casi grado de desaparecerla, como lo hicieron con otras instituciones públicas o empresas del estado a través del régimen capitalista neoliberal para poder ser privatizadas, o como dirían los de enfrente, liberarlas al mercado para mejorar, algo que ha quedado claro que es una falacia.
En el caso de Sinaloa, el gobernador Rubén Rocha Moya, por cierto maestro y ex presidente de la comisión de educación del Senado y la Secretaria de Educación y Cultura de Sinaloa, Graciela Domínguez Nava, -socióloga- entregada al ámbito educativo y con gran sentido social; han tomado el toro por los cuernos y a pesar haber recibido el ambiente educativo del estado destrozado por los antiguos regímenes que dominaban, explotaban y usaban la educación como negocios personales, como la organización “mexicanos primero”.
Lo dejo hasta este punto, la próxima semana platicaremos más a fondo de quiénes, cómo y qué sucedió para que hoy en Sinaloa más de 117 escuelas no cuenten con lo necesario para regresar a clases y como maestros, directores, autoridades y padres de familia tenemos mucho que hacer al respecto. Cuando quienes debieron hacerlo hoy no están, pero mantienen sus “modus operandi” para reventar el que la cuarta transformación brinde un espacio a todas las niñas niños y adolescentes sin distingo, como lo fomentaron los predecesores los últimos 30 años.
¡Hasta siempre!