El Parque Ecológico (nuevo proyecto de la Sociedad Botánica y Ecológica IAP) despertó protestas en un grupo numeroso que se opone a las intervenciones que contempla para el área exterior del Jardín Botánico (20 hectáreas), conocida como La Milla.
Eso está bien. En una sociedad que no protesta ni por los asesinatos de sus hijos, es muy loable la participación ciudadana que se expresa en este sitio.
El plan propone un camino peatonal entre el Andador Río de Janeiro y Universitarios. Pero la idea generó quejas: que se podría violentar el objeto social del Botánico, que alterará el trazo de La Milla y que alguien podría construir una cafetería en el lugar, entre otros daños. Mientras, los promotores defienden beneficios para la ciudad.
En este caso, es indiscutible el empoderamiento ciudadano a través del uso y la defensa del espacio público, lo que es deseable. Lo contrario es el abandono de lugares públicos por deterioro, por desinterés de las propias personas o la inseguridad (un ejemplo claro es C.U., donde miles de metros cuadrados de jardines y árboles están destruidos por falta de riego y mantenimiento durante año y medio).
Otro peligro que advierten algunos es que quienes se ejerciten en La Milla podrían tropezar en alguna intersección con usuarios del nuevo andador, lo que sería posible, efectivamente, si el flujo de personas es alto. Paradójicamente, un “accidente” de ese tipo significaría un exito pues los parques deben estar ocupados por la gente sin importar de donde procedan.
La discusión parece una oportunidad para crear un espacio de reflexión acerca del proyecto y sobre el papel del sector privado en la promoción de este tipo de obras. En el diálogo, quizá las partes (inconforme y promotores) encuentren coincidencias y respuestas concretas a sus demandas
LOS COPPEL
De entre el ruido, llama la atención la mención reiterada de supuestos actos de abuso de poder de “los Coppel”, un grupo empresarial que con visión y recursos propios auspicia diferentes proyectos enfocados en la sustentabilidad que ningún gobierno financia o promueve. Pareciera que los Coppel representan alguna forma de peligro para la ciudad, y tal percepción explica que regateemos reconocimiento a grandes obras logradas con su participación, incluso aplaudídas por expertos de todo el mundo. Un caso es el propio Jardín Botánico. Esta “mala relación” (ficticia, desde nuestra óptica) impide ver las ventajas que obtiene la ciudad al ser sede del corporativo Coppel y de otras empresas (SuKarne, Chata, Ley), que soportan en parte la dinámica económica de Culiacán. Para entender, quizá convenga calcular el flujo de inversiones y adquisiciones, visitas de agentes comerciales internacionales y locales, servicios de transportación y de hotelería, logística y, sobre todo, la generación constante de miles de empleos lícitos.
¿Alguna ciudad desea ser asiento de estos cooperativos? Averigue usted y salga de dudas.
N. de la R.. El autor pide que abran esta cafetería conforme al reglamento de operación del parque. Aclara además que no tiene trato comercial alguno con este grupo empresarial (ni el saludo).