Culiacán, Sinaloa; a 06 de mayo de 2021.- Después de visitar diversos sectores populares de Culiacán y en la idea de platicar más en la intimidad los problemas que más les apremia, Mario Zamora Gastélum se quedó a dormir en casa de una familia de la colonia Bicentenario, misma con la que se había comprometido hace unos meses.
Así la historia. “Ahí voy a estar”, le dijo en su momento Mario Zamora, y la mujer se quedó con la duda. En el fondo no le creyó del todo. Anoche, semanas después de aquel compromiso, el candidato a gobernador de Sinaloa se apareció por la casa de María Juana Robles López a cumplir con su palabra.
Por eso en cuanto la vio esperándolo sobre la avenida Bicentenario, Mario Zamora le recordó: “Ya ve, le dije que iba a venir. Mil gracias por invitarme. Es un honor y un orgullo”.
Pasaban unos minutos después de las 11 de la noche de ayer miércoles. En este sector de Culiacán recibían al próximo gobernador de Sinaloa. Había vecinos reunidos afuera del domicilio, que también aguardaban a Zamora.
Bienvenidos a mi humilde hogar. Pasen, pasen”, dijo María Juana al recibir a Mario Zamora en su casa de la colonia Bicentenario, una de las más marginadas de Culiacán.
El compromiso de la visita lo habían pactado semanas antes. No era solo la visita de cortesía sino que el candidato se quedaría a dormir en el hogar.
Mario Zamora y su esposa Wendy Ibarra subieron la pila de piedras habilitada como escalera y entraron a la casa de María Juana, una construcción con un cuarto de tres por seis, una pequeña cocina y una pieza donde coloca la mercancía de su abarrote.
María Juana y su esposo Mario son dueños de esa casa desde el 3 de marzo de 2010. Son padres de cuatro hijos y tienen un nieto. Todos, los siete, se acomodan en ese espacio.
Hace 20 años llegaron a Culiacán procedentes de Tala, Jalisco. Iban de paso y decidieron quedarse. Al tiempo se hicieron del terreno en 5 mil pesos y empezaron a construir su hogar. El piso lo consiguieron a través de los programas de apoyo que tenía la Secretaría de Desarrollo Social. Y las paredes a como fueron pudiendo. Para el techo aportó un dinero y el Sistema DIF les apoyó.
“Yo con todo mi amor y mi corazón le abro las puertas de mi casa. Humildemente mi casita aquí está pero bienvenido”, dijo María Juana, que trabaja de 10 de la noche a las 6 de la mañana en la cocina de un casino.
Mario Zamora y Wendy Ibarra entraron a la casa. Ya eran nueve en esa construcción levantada a puro pulmón, con esfuerzo de los de abajo.
“Dicen que todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar”, añadió Mario, el marido de María Juana, que hace un tiempo se hernió en sus faenas como ayudante de albañilería.
María Juana le contó a Zamora que la pandemia ha golpeado a su tienda de abarrotes. Bajó la venta y se vio obligada a buscar trabajo.
“Me apunté para los créditos que iban a dar, de esos del gobierno. Pero no me tocó nada. Entonces como no vendía nada me puse a trabajar”.
Con café, refresco, unos hotdogs y panes de Cosalá la charla se extendió por casi dos horas. Esto también es parte de la campaña de Mario Zamora, que no para, porque unas horas antes había realizado recorridos por alrededor de 15 colonias de Culiacán.
Los vecinos ya se retiraban a sus hogares. Pasaba de la medianoche. Mario Zamora y Wendy Ibarra empezaron a buscar acomodo. Eran parte del hogar y la familia de María Juana.