No hay cómo definir quién ganó el debate reciente entre los candidatos a la gubernatura de Sinaloa, aunque, desde el corazón, los fans dirán siempre que ganó su gallo y nadie más, independientemente de lo que éste haya expuesto, bien o mal.
Además, cada candidato se autoproclamará triunfador y, para el goce de sus seguidores, levantará los puños hasta el cielo. Y eso está bien, también, pues a nadie ofende.
Pero lo deseable es que los ganadores sean los ciudadanos, que al final suelen ser los más confundidos.
El debate es un ejercicio valioso, una oportunidad única para conocer mejor a quienes nos quieren gobernar.
Comprendamos o no las propuestas (de ideologías mejor ni hablamos: todo está revuelto, sobre todo los partidos), o les creamos o no sus cuentas alegres, los candidatos asomarán sus temores, y el rostro que maquilla la propaganda; su carácter, su estabilidad emocional o sus debilidades, y quedará en evidencia su nivel de conocimientos o lo contrario: su ignorancia.
Paradójicamente, es más fácil localizar como ‘ganadores’ o ‘perdedores’ del debate a algunos personajes ausentes que, aún sin mencionarlos, están en el centro de la discusión, así como resaltar los temas de mayor atención o los asuntos tabú. En este último caso mencionemos al Narcotráfico, que no obtuvo ninguna mención ahí, como si este fenómeno ya no existiese.
En el debate del jueves 22 era  esperado que la oposición evaluara al gobierno y la figura de Andrés Manuel López Obrador, fundamento de Morena. Sorprendentemente, los candidatos que se refirieron a AMLO lo hicieron con marcado comedimiento y sin ataques. Así, AMLO salió ganador.
Un caso similar es el de Quirino Ordaz, a quien Rocha había acusado días antes de operar una campaña negra en su contra, por lo que se esperaba una andanada de señalamientos al gobernador de parte del propio candidato y/o de candidatos de otros partidos  vinculados a Morena, como son MC, Fuerza por México, RSP,  PT, el Verde y el PES. Pero esto no ocurrió. De este modo, AMLO y Quirino resultaron ilesos.
Con esa conclusión, pareciera que el pleito electoral no incluye al presidente ni al gobernador.
En realidad, ambos personajes están y estarán en el centro de la contienda, sobre todo el Presidente, que cada mañana asume posiciones muy plublicitadas contra todos aquel que no esté con él y su proyecto: “los conservadores”.
No obstante el rol discreto que decidió jugar Quirino Ordaz, no queda exento de señalamientos de parte de algunos candidatos.
El juego de descalificar a los gobernantes durante las campañas es natural en casi cualquier país. Estas luchas son rudas y propias de cualquier régimen que se precie de ser democrático.
Mientras la sangre no llegue al río, todo bien.