Al menos la mitad de los candidatos a la gubernatura, alcaldes, diputados federales y locales no se ven, ni se escuchan, salvo en los espacios de radio y TV que el Estado concede, atiborrados de buenas intensiones y muchas frases huecas.
Con el ‘no se ven, ni se escuchan’ nos referimos a que los ciudadanos no conocemos realmente sus mensajes, sus proyectos o programas de gobierno, y estamos aturdidos ya por la estridencia mediática.
Es complicado que un ciudadano común (el objeto principal del proceso electoral) logre exponer ante ellos sus inquietudes y hacerse escuchar, o discutir las propuestas de quienes nos gobernarán mañana.
La pandemia -es cierto- restringe la concentración de personas, mas tal condición debiera activar la imaginación para diseñar formas de comunicación novedosas y eficaces, que conecten verdaderamente a los candidatos con la masa de votantes (no basta el zoom, que conste).
Para establecer tal proceso de comunicación no bastan los spot, videos y flyers que repiten generalidades y ofertas imposibles, ni que nos presenten la fachada cómica de algunos.
Las selfies -un recurso para verse bonitos e intentar gustar al receptor- no comunican quiénes son, qué han hecho, en qué creen, qué sueñan, para qué quieren ser servidores públicos.
Ni por encimita se refieren a los estragos que deja la pandemia con el cobro de cientos de miles de vidas, con un alto número de pacientes con secuelas severas, cientos de miles de niños enterrados en la soledad de las clases virtuales y una economía destrozada sin signos claros de recuperación. En esta tierra es un tabú hablar de las heridas acumuladas durante décadas de violencia. ¿Hubo siquiera algún foro de reflexión después del Culiacanazo- para entender ese acontecimiento dramático y definir qué hacer por esta ciudad/bomba de tiempo, por ejemplo? No. La única prisa era reafirmar nuestra resignación y proclamar y decirnos que el culichi, ¡qué bárbaro!, es un pueblo resiliente que a los días atascó la Feria Ganadera… como si nada hubiese ocurrido. Urgía exclamar que aquello fue un acto heroico que salvó centenares de vidas y, sobre todo, acallar todo lo demás.
Un texto difundido ayer en redes por Elizabeth Ávila Carrancio, directora del Ismujeres en la difusa era de Mario López Valdez, nos conmovió el alma cuando relató cómo recibió la noticia del asesinato de dos de sus ex alumnos de la UAS. Condenó “el peligro de vivir en un estado sembrado y trastocado por la violencia criminal de aquellos que teniendo todo el poder de sus armas y la admiración colectiva, nos tienen bañados en sangre y dolor de muchas familias. Abrazados y empoderados por la frialdad e indiferencia de una sociedad apática en estos casos, que les justifica, les abraza los protege y los vota: porque dan empleos (aunque esto sea falaz y un autoengaño, ante los ríos de sangre que resultan)”. Suscribimos. Y agregamos: … y también ante la complicidad, el temor y/o la incapacidad de un gobierno (federal y estatal y municipal) tras otro.
Pero no seamos pesimistas. Estos temas incómodos nos ocuparán cualquier día de estos. Hay aquí heridas vivas desde el 2010, el 2000, desde 1950 ó antes.
No perdamos la fe. En junio, votemos con valor y libremente, sin excusas (que no le digan, que no le cuenten).
*Hoy, primero son los tribunales. Después los votos.
*Leído en Twitter: “Un régimen criminal no es construido por criminales, sino por entusiastas que creen haber descubierto el único camino al paraíso”.
*La minuta sobre la iniciativa para extender la permanecía del Ministro Saldívar al frente de la Corte -entregada por el Senado a la Cámara Baja- es “patéticamente inconstitucional”. De prosperar, eliminaría el principio de separación de Poderes (Porfirio Muñoz Ledo). ¿Adónde vas, México? Paradójicamente, tal aberración solo podría ser anulada.. por la Corte.