Diversos estudios muestran que a elevados niveles de contaminación del aire es más alta la mortalidad por COVID-19, sobre todo en personas mayores y con más de 10 años respirando aire de mala calidad, señaló el investigador Federico Páez Osuna.
En videoconferencia organizada por el Congreso del Estado de Sinaloa, a través del Instituto de Investigaciones Parlamentarias, y El Colegio de Sinaloa, y en el marco del Día Mundial de la Salud, el ponente señaló que en los municipios de Salvador Alvarado y Angostura la relación cambia a una alta mortalidad con baja contaminación.
La directora del Instituto de Investigaciones Parlamentarias dio las palabras de bienvenida a la videoconferencia “Calidad del aire y COVID-19”, transmitida vía Facebook Live.
En su ponencia, Páez Osuna, quien es miembro de El Colegio de Sinaloa e integrante del Sistema Nacional de Investigadores, presentó varios estudios que relacionan la calidad del aire y las tasas de mortalidad de distintos países, y también un estudio personal para el caso de Sinaloa.
Precisó que la contaminación del aire se define como la presencia de partículas que interfieren con la salud y el bienestar humano y producen efectos ambientales nocivos.
Entre esas partículas citó el monóxido de carbono, dióxido de carbono, dióxido de nitrógeno, ozono, y otros, que son contaminantes que no se ven pero se respiran.
Señaló a los vehículos de motores de combustión interna, fertilizantes y agroquímicos, incendios forestales, emisiones de las industrias, estufas de leña, el consumo de cigarrillos y otros, como fuentes de contaminantes.
Estos contaminantes, indicó, provocan tos, asma, rinitis, depresión, pérdida de sueño, dermatitis, bajo peso al nacer, Parkinson, Alzheimer, Enfermedad Pulmonar Obstructiva, cáncer pulmonar y de mama, entre otras.
La OMS, añadió, reportó que antes de la pandemia se registraban 7 millones de muertes prematuras por año en el mundo por aire contaminado, que en 2017 hubo 3 millones de defunciones atribuibles a partículas contaminantes y que el 92 por ciento de la población mundial vive en zonas no aptas para el ser humano.
En el caso de México, expuso que hay un estudio que muestra que en 2017 se registraron 48 mil 100 defunciones por aire contaminado.
Agregó que diversos estudios realizados en Italia, China y Estados Unidos, muestran que las mortalidades son más elevadas donde hay mayor concentración de bióxido de nitrógeno.
En el caso de México, expuso que hay un estudio focalizado en la zona metropolitana, que comprende la Ciudad de México, parte del Estado de México y otras entidades, donde también hay una correlación entre mortalidad y contaminación.
En el caso de Sinaloa, expuso que hizo un análisis tomando en cuenta las defunciones que ha habido por COVID-19 y la cantidad de vehículos que circulan.
Sin embargo, advirtió que se salen de este esquema los municipios de Salvador Alvarado y Angostura, pues a pesar de no tener mala calidad de aire, registran una mayor tasa de mortalidad por COVID-19.
En estos municipios, indicó, la tasa de mortalidad por cada 100 mil habitantes es de 266.3 y 264.8, respectivamente, cuando en Culiacán es de 250.1.
Al final de la videconferencia, el presidente de El Colegio de Sinaloa, Elmer Mendoza Valenzuela, clausuró la conferencia y entregó un reconocimiento al conferencista.