Por Guillermo Bañuelos
Los candidatos arrancaron en tropel el domingo 4 en pos de cientos de diputaciones, 15 gubernaturas y miles de alcaldías y regidurías a lo largo del país.
Como enseña la historia, hay y habrá de todo en la Viña del Señor. Y un segmento del electorado percibe el predominio de políticos que vienen por las mieles de una vida palaciega, acumular riqueza y poder, aunque -dígase- la ambición desmedida no domina a todos. Hay en México y Sinaloa hombres y mujeres con vocación de servicio y una aspiración legítima de ser parte de los círculos que toman las decisiones.
Para comprender el entorno en que se desarrolla la lucha electoral entendamos que vivimos una coyuntura recargada de circunstancias extraordinarias.
Hay focos rojos:
-La polarización es innegable y todo indica que se trata de un fenómeno deseado y alentado por algunos;
-La pandemia parece incontrolable y causó ya más de 204 mil muertos, y la movilización de militantes sin control sanitario detonaría un disparo del número de contagios de Covid-19, mientras la vacunación masiva, la esperanza de 126 millones de mexicanos, camina a paso de tortuga;
-La crisis económica hundió a millones de trabajadores y empresas. No hay a la vista acciones institucionales adecuadas para salvar a las empresas que dan empleos, excepto programas sociales que regalan dinero a de personas o a grupos vulnerables. Entre los damnificados, en tanto, resuena el ‘háganle como puedan’;
-Es evidente la debilidad progresiva de las estructuras institucionales, sobre todo del INE, blanco favorito de ataques que buscan debilitar su autoridad. Lorenzo Córdova, presidente del Consejo General, lo dijo con todas sus letras: el INE es objeto de “una estrategia de amedrentamiento”;
-La oposición parece traumatizada aún por el tsunami del 18 y no logra explicar aún -con claridad- a los ciudadanos para qué busca el poder;
– El partido-gobierno y sus satélites avanzan en la concentración del poder en la figura presidencial y en el desmantelamiento de instituciones y organismos autónomos.
¿Qué esperamos en 2021?
Racionalmente, un proceso libre, equitativo, ordenado y legal, cuyos resultados no dejen lugar a dudas. Sin embargo, la víspera anuncia que podrían reeditarse prácticas nocivas que pervertirían este ensayo democrático. El deterioro del INE, de aumentar, sería un factor decisivo. La jornada electoral, así, se complica.
Según lo visto, en esta lid parece haber más rudos que técnicos, así que volarán pelos, máscaras y cabelleras, frente a un árbitro (INE) cada vez más vilipendiado. Las elecciones y la democracia están comprometidas.
La sociedad se polariza y queda emplazada a tomar posiciones en relación al ‘estás conmigo, o contra mí’, y los ciudadanos deberán ser los protagonistas del proceso y votar masivamente el 6 de junio.
La jornada electoral será un duelo a muerte en el que hay que tirar a matar o destruir (dicho figuradamente) cuando menos la honra del adversario, aunque…
– En las elecciones de 2018 fueron asesinados en México 48 políticos, de los cuales 28 aspiraban a una alcaldía.
– Para el 2021, las cosas no pintan mejor. Hasta el viernes anterior, según la Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, ocurrieron 65 asesinatos políticos en México y 10 de las víctimas eran precandidatos.
– El jueves pasado, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana presentó (en las mañaneras, por supuesto) la Estrategia de Protección de Contexto Electoral diseñada para evitar que delincuentes de cuello blanco, caciques políticos o los carteles agredan, intimiden u obliguen a declinar a los candidatos, una amenaza que ven mayor en Sinaloa, Michoacán, Morelos, Jalisco, BC, Guerrero, Veracruz, Guanajuato y Chispas.
– Sinaloa no es ajeno a la violencia política. Entre otras víctimas, el 14 de junio de 2010, Enrique ‘El Gallo’ Mendivil (operador del candidato del PRI Jesús Vizcarra Calderón, compadre del gobernador Jesús Aguilar Padilla, y candidato a regidor en la planilla del candidato a la presidencia municipal de Culiacán por el PRI-PVEM-Panal-, Héctor Melesio Cuén Ojeda) fue asesinado sobre la avenida Obregón a la altura del Parque 87 por dos hombres en motos, quienes le dispararon en más de 100 ocasiones.
Es justo conceder que en el tropel hay también candidatos honestos. No todos pactarán con la aceptación de dinero sucio o compromisos inconfesables, como es común que suceda.
Dirán que ‘siempre ha sido así’, pero tal consolación ofende más cuando el ambiente político en el país es de crispación
Los ciudadanos esperamos de los partidos y candidatos que se serenen y bajen las armas. El horno no está para bollos, ni México para mayor discordia.
Vivimos la peor crisis sanitaria en más de 100 años y la economía cayó abruptamente.
Muchas familias y sociedades terminarán divididas o rotas, aunque los políticos y sus partidos tienen el don de reconciliarse en un tris. No obstante, son pésimos para recoger los pedazos de cuanto dejan roto en sus batallas.
Así que cuidemos sus relaciones familiares o amistosas, más importantes, trascendentes y dignas que la palmada, el ‘luego te busco’, la promesa o el guiño de cualquier político encampañado. Respetemos -para que nos respeten-, las preferencias de nuestros hermanos y vecinos. ¡Cada quién!, decía la abuela.