El Presidente mostró esta mañana un cambio de percepción significativo: “Es mucho el dolor que nos está dejando esta pandemia, porque son muchos los fallecidos, conocidos, amigos… muchos, muchos, muchos han perdido la vida”, lamentó, y anunció que decretará tres días de luto nacional y un homenaje a las 89 mil victimas registradas hasta el día de ayer (según datos del vocero Hugo Lopez Gatell). ¿Qué influyó en este cambio de discurso?
En la víspera, Ruy López Ridaura, director general del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades, hizo público el informe de Exceso de Mortalidad e indicó que, de las 193 mil 170 muertes registradas a nivel nacional, el 72% -130 mil 153 decesos— se asocian al Covid-19, un dato duro -durísimo- que se consigue una vez que se conocen las defunciones observadas, las cuales se obtienen de las actas de defunción del Registro Civil y las defunciones esperadas, que se determinan de acuerdo a los datos históricos de mortalidad de 2015 a 2018.
Explico: de la resta de las defunciones observadas, menos el número de defunciones esperadas, resulta el exceso de mortalidad. La estadística de exceso de mortalidad incluye las defunciones por cualquier causa o factor y no es exclusivo de muertes por Covid. Para el periodo 1 de enero-26 de septiembre, que comprende la semana epidemiológica uno a la 39, se registraron 524 mil 920 defunciones esperadas y 718 mil 090 defunciones ocurridas, cuantificando 193 mil 170 muertes en el índice de exceso de mortalidad, es decir el 36.8%. De un análisis preliminar resultó que de las 193 mil 170 muertes ocurridas por todas las causas, 72% es atribuible a causas asociadas al Covid-19; es decir, 139 mil 153 decesos.
Otro aspecto preocupante es que, desde su inicio hasta hoy, el tema de la pandemia compite con el de la política en una discusión nacional crispante y continua.
Tenemos aquí una guerra mediática despiadada en la que la visión y el discurso del propio presidente Andrés Manuel López Obrador nos separa en dos polos: los que están con él incondicionalmente, y quienes no lo están.
Sistemáticamente, el mandatario había negado la dimensión real de la pandemia y atribuía las criticas hacia el manejo de la pandemia por parte de su gobierno a una reacción de los conservadores afectados por su triunfo electoral de 2018.
En esta caja acomoda a intelectuales, periodistas y medios de comunicación, a la oposición, gobernadores, empresarios y otros grupos no menos importantes.
Quizá también afectó a López Obrador lo publicado por el investigador Hemanta Kumar Baruah, quien alertó que “en los países europeos se ha observado la segunda ola de Covid-19, que será mucho más grave que la primera”.
De acuerdo con los modelos analizados, la propagación en Estados Unidos e India se ralentiza, y en España, Italia, Rusia, Francia, Reino Unido y Alemania ha comenzado a moverse hacia un resurgimiento de contagios masivos, mostrando una tendencia inusual.
No especificó el investigador cuánto tiempo permanecerá la situación de esta manera, pero calificó la situación como explosiva. En Rusia, el crecimiento no sigue un patrón de propagacion epidemiológico estándar; en Italia, Alemania y el Reino Unido el crecimiento es muy inusual. En España y Francia la situación es incierta. Y concluyó: el patrón de crecimiento de la epidemia en el resurgimiento actual en estos países europeos es de un tipo muy diferente, casi exponencial, seguido en la fase acelerada de la primera ola.
Es imposible determinar si en México tendremos un fenómeno similar, pero es probable.
Las cifras recién conocidas sobre el número de fallecimientos alarman y nos deben obligar a redefinir las acciones del gobierno mexicano en los meses o años siguientes.
Parece extremadamente arriesgado continuar como hasta hoy con la reapertura de todos los giros económicos sin brindar a los pequeños o grandes afectados, y sobre todo a millones de mexicanos vulnerables, estímulos concretos de sobrevivencia; quizá sea hora de arriesgar inversión publica en la aplicación masiva de pruebas de Covid para detectar nuevos y poder detener las cadenas de contagio; y, sobre todo, dotar a los hospitales de condiciones adecuadas para atender la pandemia, sin olvidar a cientos de miles de pacientes de otras enfermedades virtualmente desamparados en esta hora de emergencia.
Quizá el paso inmediato deba ser reabastecer de medicamentos para la atención urgente de miles de niños y niñas enfermos de cancer hasta hoy dejados a su suerte. Ellos también nos duelen.