Peatón, trepa los puentes ‘peatonales’ para cruzar la calle. Si no, puedes morir bajo las ruedas de un coche pues ¡primero los carros! El automovilista es un VIP y no debes pedirle que mueva su piecito y frene.

 

Sin averiguar mucho, el común de los culichis resume en una frase lacónica por qué conducimos tan desenfrenadamente: ¡Es que no hay cultura vial! Ah.  Pero con sólo cruzar la línea que nos separa de EU, un aire primermundista  impregna nuestro ser y nos convierte en los mejores conductores del mundo. Mejor que los güeros, incluso.

Créalo: mientras en Culiacán aceleramos, abusamos del  claxon, ofendemos al que invade la calle y dirigimos el vehículo contra quien ose cruzar frente a nosotros, en EU respetamos la velocidad permitida, sonreímos a los primos del norte y hacemos alto total en todos los cruceros.  ¿Un traguito de alcohol? Ni pensarlo.

¿“No hay cultura vial en Culiacán”? No es cierto del todo.

Hace unos años, nadie usaba aquí el cinturón de seguridad. Pero el gobierno se propuso luchar contra esta negligencia e inició una campaña de persuasión muy eficaz en la que puso al frente a hermosas jóvenes que invitaban a usar este dispositivo salvavidas, primero, y, a los pocos meses, aplicó infracciones.

El resultado fue que todos los habitantes de este mal llamado ‘pueblo bronco’ usamos, por fin, el cinturón. No obstante -he aquí lo triste-, con el paso de los años, los agentes de tránsito relajaron la vigilancia y, de nuevo, muchos conductores no abrochan el cinturón a su cuerpo.

En estos momentos, el alcalde Jesús Estrada Ferreiro impulsa una tarea parecida que parece imposible: el rescate del espacio público invadido por vendedores ambulantes, particulares, autos estacionados sobre las banquetas y hasta familias con necesidad de un terreno para vivienda, que obligan a los peatones a caminar por las calles.

 Si el presidente municipal de Culiacán persiste con un plan de trabajo similar al que empleó la autoridad para imponer el uso del cinturón de seguridad, seguramente regresará a los ciudadanos el derecho a caminar con seguridad y el derecho a gozar de los espacios públicos de su ciudad.

Enhorabuena.  Ahora hagamos que esto suceda pues el resultado de estas conductas nocivas es que Culiacán –y Guasave también-  aparece año con año entre los lugares en que se registra mayor número de víctimas en accidentes viales y atropellamientos, incluyendo de niños (en 2015, la ciudad de Culiacán ganó el nada honroso primer lugar entre los municipios del país con más infantes muertos en eventos de tránsito).

Este tema es tema de hoy en Puente Negro por su asociación con una nota de prensa perdida en algunos diarios impresos y digitales, quienes dan cuenta de que en la ciudad de Morelia, Michoacán, el alcalde Raúl Morón anunció que el ayuntamiento removerá  el 70% de los 56 puentes peatonales existentes.

Como primer paso hacia un mejor aprovechamiento del espacio público, decidió quitar un primer puente ubicado en la avenida Héroes de Nocupétaro y, en su lugar, construirá el primer “Cruce Seguro”, un diseño del espacio público debidamente trazado, a nivel de banqueta y con espacio suficiente y seguro para el uso de los peatones.

Además de no respetar lo que ordena la reglamentación municipal, otro factor que determinó la decisión fue que  la velocidad estipulada para calles en donde se encuentran edificios públicos, de 30 KPH, no es respetaba por los conductores debido a la existencia de un puente peatonal, además de que el recorrido al que era obligado el peatón, de 174 metros, se reducirá con el este “Cruce Seguro” a sólo 30 metros y ahora con banquetas. La limitación principal para ejecutar este programa es que cuesta mucho dinero desmontar estas estructuras.

No obstante, si se quiere, se puede. El alcalde encontró ya una solución sencilla: retirar las escaleras y las rampas para evitar que la gente use estos puentes y, en lo sucesivo, camine sobre cruces seguros.