Al bajar al color amarillo del Semáforo Delictivo después de 18 meses de permanecer en el ‘rojo’ (un nivel alto de incidencia delictiva), Sinaloa emite una buena señal, como lo aprecia el gobernador Quirino Ordaz Coppel. Sin duda. Pero…

Pero en la víspera de la celebración del Tianguis Turístico en Mazatlán, un evento que atraerá reflectores de todo el mundo, habrá que ver el dato con mesura y no descuidar ningún flanco.

Las autoridades saben cuáles acciones han permitido mejorar seguridad y deberán perfeccionarlas.  También cuáles han fracasado y no deberán persistir en ellas.

No cantar victoria apuradamente, parece la clave.  Como antecedente de esta advertencia, citemos la experiencia de la administración anterior (un gobierno mala suerte, como lo calificaba el propio Mario López Valdez), quien se distinguió por hacer cuentas alegres en todas las materias.

El ex gobernador era proclive a simular que todo estaba bien y mostraba ligereza para anunciar éxitos que eran echados abajo por la propia realidad. Si un día declaraba que un operativo de su gobierno había aplacado las cosas en Mazatlán, ¡bolas!, al día siguiente sucedían hechos de alto impacto similares o peores a los de ayer.

Sinaloa es un territorio complicado en donde de un momento a otro suceden hechos que nos sacuden, sin que esto nos haga decir que todo está perdido.

Digamos entonces que pasar del ‘rojo’ al ‘amarillo’ sólo significa que las cosas han mejorado.  Parece claro que el propio Quirino Ordaz está consciente de esto.  Si bien dice que la mejoría de Sinaloa en los indicadores del Semáforo es  ‘una buena señal’, también admite que esto representa un reto permanente y que la autoridad no podrá triunfar unilateralmente.

Su gobierno sólo podrá mejorar las condiciones de seguridad con inversiones que fortalezcan a los cuerpos policiacos, con el apoyo de las fuerzas armadas, del gobierno federal  y de la sociedad.

A nuestro juicio, el apoyo social es vital, indispensable.  ¿Pero la sociedad apoya a su gobierno en esta tarea?  Digamos que cada vez más ciudadanos participan y se organizan para ser parte de la solución a un problema añejo y enorme que nos afecta a todos.

Antes de ahora, digamos, vimos algunos intentos de participación ciudadana que lamentablemente no prosperaron.  En algunos momentos, si acaso, la participación social llegó hasta la toma de unas fotos para ilustrar el anuncio de una nueva coordinación del gobierno con la sociedad  “para combatir a los enemigos de la sociedad…” y bla, bla, bla.

¿QUÉ SUCEDE EN CULIACÁN? ¿Y LOS CIUDADANOS?

Para fortuna nuestra,  las cosas han cambiado. De un tiempo a la fecha se han multiplicado los ciudadanos interesados y comprometidos en involucrarse activamente con el tema de la paz.

Ayer, durante la presentación de los resultados del Semáforo Delictivo de enero, en el Panel ‘Dignificación Policial’ organizado por el organismo ciudadano Construyendo Paz, Javier Llausás Magaña describió los esfuerzos que hacen ciudadanos de otras ciudades con problemas de delincuencia similares a Culiacán.

En el caso del estado de Chihuahua, Llausás mencionó que la constitución del Fideicomiso para la Competitividad y Seguridad Ciudadana (FICOSEC) es un paso acertado. El fideicomiso dispone de 160 millones de pesos al año provenientes del Impuesto Sobre la Nómina, destinados a la realización de diversos proyectos que buscan fortalecer las instituciones de prevención, seguridad y justicia mediante la participación social.

El FICOSEC diseñó y ejecuta, entre otras acciones, el CEDIPOL (instalaciones de primer nivel para la recreación de policías y sus familias), el OBSERVATORIO CIUDADANO en seis ciudades (genera indicadores, orienta la toma de decisiones, evalúa resultados y da seguimiento en periódicos y medios electrónicos a los homicidios dolosos), la LÍNEA CIUDADANA 2232 (receptora de denuncias o llamadas de auxilio en casos de abusos de autoridad, extorsión, violación doméstica y abuso infantil), la UNIDAD DE PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA (operadora de los subprogramas ‘Modelo de Relaciones Familiares’, ‘Yo soy rediseño social’, ‘ Juárez Mágico’, entre otros, y ofrece atención psicoterapéutica a hombres que han generado violencia), el plan REINSERCIÓN SOCIAL (subprogramas ‘Pandillas’, ‘Mujeres redes para la vida y la armonía’) y la UNIDAD DE FORTALECIMIENTO INSTITUCIONAL, a través de la cual ejecuta la ‘Campaña de Cristal’, ‘Re-certificación Juárez’, ‘Apoyo a Fiscalía Juárez’, ‘Equipamiento de Salas Juárez’ y ‘Certificación Cuauhtémoc’.

En Morelia, Michoacán, la estrategia se sustenta en la creación de la Policía de Proximidad con el enfoque de recibir denuncias y ayudar a mejorar la convivencia ciudadana , así como en la institución ‘Jueces Cívicos’, dedicada a atender a víctimas y encontrar soluciones mediante la mediación en conflictos.

La estrategia empleada en la capital michoacana, que parece simple, presenta resultados importantes: mientras en 2015 se registraron ahí 171 mil delitos, en 2016 la cifra disminuyó a 126 mil; mientras en 2015 Morelia registraba el 20% del total de homicidios de Michoacán, al año siguiente el porcentaje bajó al 10%. También se ha incrementado considerablemente el número de denuncias ciudadanas y la percepción social respecto de los cuerpos policiacos locales mejoró al pasar del lugar 28 al 12.

¿Qué hacemos los ciudadanos en Culiacán?

Tan sólo este mes, la organización Construyendo la Paz inició el ‘Diplomado de Educación para la Paz’, desarrolló el taller ‘Periodismo en la Paz’, participó en la ‘Primera Cumbre de Seguridad Ciudadana’, arrancó la campaña ‘Ser Policía’, creó el  túnel del Museo de la Memoria y Tolerancia, y anunció que Sinaloa pasó del rojo al amarillo en el Semáforo Delictivo.

¿Qué sigue en el futuro próximo? Entusiasmado, Javier Llausás anunció que el 14 de abril se celebrará en Culiacán el primer ‘Concierto de Paz’, desarrollará el ‘Diplomado para la Comunicación y Periodismo de Paz’, presentarán el ´Reporte semanal de Homicidios´, emprenderán las campañas  ‘Contra el Homicidio’, de ‘No Agresión’ y de ‘Denuncia’; además abrió el sitio ‘Construyendo Paz’ en Facebook e iniciará el ‘Estudio para localizar personas y jóvenes en riesgo’.

La información anterior denota un esfuerzo ciudadano articulado y, lo mejor, creciente.

Digamos que estos ciudadanos merecen aplausos, muchos aplausos. Pero, más que eso, el ejemplo de estos grupos merece que dejemos la modorra y el temor y otros más levantemos la mano y nos sumemos a su esfuerzo.

Le entramos.